El mar de enfrente está triste; las olas son de plata y sus aguas grises; tamizado de luz blanca y grisácea, sin alegría, estoy obligado a soñar con el otro mar; el más lejano; el más de otro tiempo, pero igual de eterno ya en mis adentros...
Tan adentro, tan en mí, que me lo sé de memoria: donde la vida.
Tan adentro, tan en mí, que me lo sé de memoria: donde la vida.
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