jueves, 8 de marzo de 2012

A TOUS LES FEMMES QU'ON AIME...

LO QUE ME QUEDA DE MIS DÍAS...

Me sigue sorprendiendo que la mayoría de nuestra sociedad se siga sorprendiendo de la corrupción política, como si fuese algo que sólo existe en el espacio de lo público; es verdad que venimos tan recién de una dictadura, donde la corrupción era tan generalizada y tan tapada que pareciera que no existiera, y donde lo evidente no era extraño por tan cercano...
Siempre he sostenido que la democracia no es sino un pacto social de todos ante todos, que nos damos unas reglas (Constitución) "para llevarnos bien". Y para que afloren todos los males y disfunciones de la sociedad, con el fin de conseguir aquel objetivo e ir mejorando todos en el bienestar colectivo y en la libertad de pensamiento, obra y acción , una libertad que termina donde comienza la del vecino. Y como siempre hay y habrá conflictos, aquel pacto se dota de instrumentos de participación (democracia representativa a través de partidos políticos) y de lo que llamamos poder Judicial, donde se dirimirán aquellos conflictos que no han visto otra solución antes.
También siempre he sostenido que nuestros representantes políticos no son sino una muestra de nuestra sociedad, y de ahí el dicho de que tenemos los políticos que nos merecemos. Y también siempre he sostenido que esta sociedad es corrupta en origen: ¿por qué no somos iguales al nacer? ¿Por qué el azar hace que se nazca en una familia con posibles (económicos, formativos, morales) o que se nazca en un entorno sin posibles (ni económicos ni morales) y donde sólo se aprenda a delinquir?... Una sociedad que está basada en el poder del dinero (somos lo que tenemos y es lo que valemos: el valor siempre es económico en el mundo desde que es mundo desigual; por eso nunca me gustó la palabar valores en el sentido ético: la ética dominante del mundo es el dinero como símbolo de poder); una sociedad que está basada en valorar lo que somos por el lugar que ocupamos en la sociedad, es una sociedad podrida moralmente. Y en esa convivencia atroz basada en esos "valores" (¡qué espanto de palabra!) se producen las mayores corruptelas y traiciones humanas posibles para sobrevivir cada cual en su pequeña o grande selva... Y claro, cuando aparece retratada en los demás, porque aparace en los espacios públicos que aflora por ser eso, público, nos echamos las manos a la cabeza: -¡Qué barbaridad lo que ha hecho!, cuando en el fondo pareciera que está diciendo que él hubiese hecho lo mismo de estar ahí y pareciera que tiene envidia...
En suma: no aparentemos ser tan inocentes que nos delatamos... Afortunadamente la democracia se inventó, entre otras cosas, para que aflorara la corrupción innata en el sistema (al menos para con los asuntos de todos; la otra, la personal, siempre la tapamos, verdad?). Seamos, pues, más dignos y no nos asombremos: lo llevamos en el origen: esta sociedad, basada en la propiedad privada como primer derecho protegido en el mundo, es una sociedad podrida en origen; seamos, al menos, dignos por una vez y admitámoslo...
Otra cosa es que una vez que aflore aquella corrupción, "leña al mono", y no taparla como solemos hacer con la corrupción privada (de nuevo tenemos que ser honestos; intelectualmente, al menos).
Y en esto es donde hay que hacer el recorrido: hace falta ya una verdadera reforma de la legislación para atajar este asunto; en primer lugar, a través de un código de conducta consensuado y una limitación temporal en un cargo público de determinada envergadura en términos de poder, más allá de la catadura moral de cada cual y de la agilidad y eficacia judicial.

Y dejémonos ya de asombrarnos de algo innato en el origen de nuestra sociedad... Como el prefecto de policía en Casablanca, la película: -¡Qué espanto, aquí se juega!, cuando pasaba toda la noche en el local de Rick y al terminar la velada recibía su comisión...

(P.D. Je veux dédier ce poème
A toutes les femmes qu'on aime)...

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