martes, 1 de noviembre de 2011

EL MIEDO PRODUCE FRÍO...


Decía Susan Sontag (Renacida. Mondadori) "que el único criterio de una acción es su efecto último en la felicidad o infelicidad de una persona". Claro que, pocos son los dichosos que en su acción diaria tienen presente que vinimos al mundo para ser felices o, al menos, intentarlo; porque para una enorme mayoría, desde el principio de aquel día que vio el mundo, supo que, hiciese lo que hiciese, nunca sentiría el placer completo de la felicidad. Bastaba ir creciendo, e ir viendo, e intentando comprender y saber el mundo... Y mientras más se sabía de él, más infelicidad producía; y más desasosiego; y más y más rechazo de mundo... 
Quizá, en el fondo y al final, era lo que buscaban siempre los poderosos: la esclavitud de la mayoría atada al establecimiento para sobrevivir en esa infelicidad como motor del adocenamiento. Y a ello contribuyó también el miedo a la muerte, y se inventaron entonces los cuentos de las religiones para aliviar muchas almas despiadadas en derrotas y sin salidas... Porque el miedo siempre produce frío, y el frío mata la vida...
Sólo quedaban, entonces, espacios privados donde refugiarse; aquellos de los sentimientos más nuestros, más cercanos y eternos. Y donde sabíamos, al fin, que allí sí, allí todo lo que hacemos tiene un sólo criterio como efecto último: la felicidad. Eso que sentimos y que amamos cuando tenemos la vida de nuestro lado; ese lado que perseguimos y que pocos tienen la suerte de alcanzar... 


Y es que, no nos lo ponen fácil: cuando a lo largo de la historia se han conquistado parcelas de cierta felicidad colectiva, ¡zas!; de repente todo se vuelve sombrío y siniestro... Y vuelta a empezar; entre tinieblas misteriosas; entre las eternas dudas y miedos; aquellos que producen frío... 
Y ya sabemos, el frío siempre mata la vida... 

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