viernes, 16 de septiembre de 2016

EL DEBATE, LA CRÍTICA, LA DIALÉCTICA...

Muriéndose Franco (ya antes tenía claras ciertas decisiones a tomar), y con sigilos, tomé partido hasta quemarme...
Eran los años difíciles y eran los años de tomar partido, mucho partido, para crear un nuevo espacio donde debatir, criticar, pensar en libertad, todo aquello de la dialéctica democrática basada en el respeto a un sólo principio: nadie tiene la verdad absoluta y todos los procesos sociales los son por consensos mayoritarios... Eso que llaman democracia y que no sólo es votar (o no) cada cierto tiempo a aquellos que se nos ofrecen para representarnos.
Con los años, y cuando creí que ya estaba consolidado aquel proceso, di un paso atrás: nunca pensé que se acabaría en tanto egocentrismo y tanto cainismo; desconocía los mecanismos de todo poder: perpetuarse, al precio que sea. Y dejé de tomar partido, pero no dejé mis ideas, esa visión del mundo que tanto me costó configurar para sobrevivirme y serme digno ante los espejos que me miraban...
Hoy, al llegar del mar de enfrente, oí a gente de la derecha (y de la izquierda, al menos eso se llaman) acusar al PSOE de división interna porque muchos dirigentes y algunos militantes expresan públicamente su visión de la realidad y opinan sobre lo que debería hacer el PSOE o no... ¡Y le llaman división interna al debate, a la crítica, a la dialéctica de la democracia, a aquello por lo que luché en su día y sigo luchando!!!
¿Acaso sólo pueden opinar los medios y no los militantes o votantes?
¿Acaso sólo están capacitados para hacer críticas a decisiones determinadas los periodistas o los enemigos del PSOE?
Lamentable: si algo debe tener presente una persona de izquierdas es saber que no posee nunca la verdad; porque la verdad sólo existe como consenso democrático. De no ser así, se será otra cosa; nunca una persona de izquierdas.

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