miércoles, 14 de septiembre de 2016

CERTIDUMBRES EN PAZ Y EN LIBERTAD, NO FANTASMAS SALVADORES DE LA NADA

Lo decía Alain Minc en su afamado libro de entonces y al que siempre regreso: "prisionera de su inmensa clase media, la sociedad reacciona y se escapa. El sistema ha ido más allá de su objetivo de igualdad; pero también se ha quedado más acá, fabricando auténticas bolsas de desigualdad" (La máquina igualitaria).
Y dice un poco más adelante: "Porque la única victoria socialista posible no consiste evidentemente en el dominio de la clase obrera, sino en la extensión ilimitada de la clase media (...)
La igualdad, tolerable mientras se estaba distribuyendo un excedente, se hizo insoportable desde el momento en que hubo que repartir 'siempre menos'. Una elevación igual es algo que se acepta; una disminución igual ya no se acepta (...)
La presión fiscal sobre el capital no ha cesado de reducirse, como contrapartida, no de una voluntad política, sino de una obligación macroeconómica (...)
El individualismo está por todas partes. Es un retorno extraordinario, que da la medida de la versatilidad y el carácter imprevisible de las sociedades (...)
El marxismo había hecho caso omiso del individuo (...)
El Estado del Bienestar, la socialdemocracia y cincuenta años de lucha social habían hecho prevalecer el objetivo de la solidaridad sobre el viejo principio, casi medieval, de subsidiaridad. Lo colectivo tenía el viento de popa y sólo los iluminados seguían proclamando los méritos del individualismo y las posibilidades del individuo. En quince años, el escenario ha cambiado (el libro de Minc se publica en 1987); el decorado, los personajes, se sustituyen unos a otros. ¡Loado sea el individuo! Está en todas partes, lo invade todo, lo encarna todo.(...)
En este doble movimiento favorable a la desigualdad, corporativismo e individualismo, no encuentra ningún contrafuego institucional (...)
¡Cuántos años para dejar sentada una evidencia: la política cada día tiene menos ascendencia sobre la realidad!"
Como ya he señalado, el libro se publica en 1987, cuando aún no había estallado la crisis financiera actual porque aún no se preveían las consecuencias de la globalización sin regulación que se estaba fraguando, como la visualización más clara de lo que decía Minc: la poca ascendencia que la política iba alcanzando sobre la realidad.
Si, para colmo, aquella globalización comercial, financiera, industrial, etc, no fue acompañada, como no lo fue, por la globalización de la política, salvo reuniones esporádicas del G7 y/o del G20 en la actualidad, pues eso: el siglo XXI ha iniciado la senda peligrosa del individualismo como consecuencia del proceso de empobrecimiento de amplias capas sociales que sustentaban aquellas clases medias que eran y son la base social de la socialdemocracia y de las políticas de solidaridad en busca de la igualdad de oportunidades. Y aquí reside la razón fundamental de la crisis de los partidos socialdemócratas del mundo occidental.
Y en el caso español, más allá de la rémora de los años de dictadura y de la poca cultura democrática de sus ciudadanos, la crisis financiera llegó en el peor momento al coincidir con la explosión de la burbuja inmobiliaria, lo que produjo el empobrecimiento de muchas familias acomodadas del pasado.
Las respuestas a estos asuntos serán fundamentales para recuperar el tiempo perdido por la izquierda democrática, tanto en el estamento local, como en el cada vez más necesario escenario mundial: los estados nación ya no son las respuestas.
En ese sentido, la socialdemocracia es la única opción de las clases medias y el único antídoto frente a las desigualdades del mundo de hoy. Y las amplias clases medias de occidente no necesitan de salvadores de patrias sino de sendas de certidumbres colectivas, en paz y en libertad, y recuperar, así, el tiempo perdido.

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