domingo, 29 de junio de 2014

JUNIO

Pronto, muy pronto, los días se llevarán por delante este último junio; un junio que, como todos los de entonces, aquellos que suponían el fin de curso, el fin de un año de estudios, fatigas, aprendizajes y miedos, al presente y al futuro, nos seguirá haciendo las mismas preguntas: ¡qué nos depararía la vida!!! ¡Qué me deparará la vida a partir de ahora!

Ya por entonces leíamos a Gil de Biedma; y siempre leíamos estas Noches del mes de junio... Como hago hoy, cuando acaba una etapa de mi vida, también en junio, y comienzan nuevos días, meses y, espero, años maravillosos, a pesar de las incertidumbres y temores que nos depare la vida, el mundo; como cuando entonces... Al fin y al cabo, sólo aspiro ya a llevarme bien conmigo y con los que necesito a mi alrededor...

NOCHES DEL MES DE JUNIO

(A Luis Cernuda)
Alguna vez recuerdo
ciertas noches de junio de aquel año,
casi borrosas, de mi adolescencia
(era en mil novecientos me parece
cuarenta y nueve)
porque en ese mes
sentía siempre una inquietud, una angustia pequeña
lo mismo que el calor que empezaba,
nada más
que la especial sonoridad del aire
y una disposición vagamente afectiva.

Eran las noches incurables
y la calentura.
Las altas horas de estudiante solo
y el libro intempestivo
junto al balcón abierto de par en par (la calle
recién regada desaparecía
abajo, entre el follaje iluminado)
sin un alma que llevar a la boca.

Cuántas veces me acuerdo
de vosotras, lejanas
noches del mes de junio, cuántas veces
me saltaron las lágrimas, las lágrimas
por ser más que un hombre, cuánto quise
morir
o soñé con venderme al diablo,
que nunca me escuchó.
Pero también
la vida nos sujeta porque precisamente
no es como la esperábamos.

JAIME GIL DE BIEDMA


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