viernes, 20 de junio de 2014

INMADUROS ENTRE FRAGMENTOS DE VIDA

Anoche, antes de ir a cama, recordaba lo que decía Alphonse Daudet, aquello de que "los hombres envejecen pero no maduran"... Y comentaba que estos días, en España, hemos tenido muchos ejemplos que corroboran lo que decía Daudet, ejemplos de hombres y mujeres que, hasta la fecha, los tuve por maduros, eso que no es más que ser honestos intelectualmente para con uno mismo... Y claro, terminaba concluyendo que no había nada peor que un fervor caído de golpe y que aparecía, siempre, en forma de una profunda melancolía, tristeza y desdicha...

También ayer leí un texto de Vergílio Ferreira muy clarificador de los tiempos modernos, cuando escribió que “vivimos en la época del fragmento. Nada es entero”; y que “nada tiene razón de ser”. Y concluía: “no somos nunca del todo. Por eso siempre nos falta lo que no tuvimos tiempo de ser”...

Hoy, en la mañana, como cada día desde hace ya demasiado tiempo, el escenario público español sigue dando ejemplos de lo que decían Daudet y Ferreira. Y si bien hasta entonces me producía una profunda melancolía y tristeza, hoy, al ver alguno de estos del envejecimiento inmaduro (muchos han recorrido el proceso al revés: de jóvenes eran casi fachas y de viejos, casi antisistema) y devotos de los fragmentos, haciendo el payaso con banderitas y camisetas republicanas, sólo me sale un adjetivo: ¡patético!...

Claro que corroborar a diario mi melancolía trágica y desoladamente tiene que tener pronto una terapia adecuada: -¡así no puedo seguir, que me va a dar algo un día de estos!, me digo...
Mientras busco aquella terapia, al menos tengo algo de consuelo entre mis vivos y entre mis muertos... Alguno hasta me da gotas de vida...


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios