jueves, 22 de julio de 2010

CRÓNICAS DE UN PEREGRINO EN ROADSTER (6)...

Amanece fresco de temperatura y pleno de luz. Las nubes apenas vienen, cuando regresan y se van; es el continuo transitar de los cielos gallegos: no llegas a sentir sus sombras, cuando la luz te recuerda de nuevo su fortaleza. Plazas y calles empedradas y abarrotadas de soportales; por si los acasos; por si el orballo inunda los cileos de Galicia; por si la humedad aprieta los cuerpos y los sentidos... Son las necesidades de ciudades hermosamente conservadas desde tiempos muy pasados, como esta bellísima Plaza de Mugartegui, presidida por el prodigioso Pazo que lleva su nombre... Al entrar, los jardines amurallados que la conforman, nos enseñan magnolios, que al florecer nos traen aromas de colonias y esencias orientales; de allí, de por donde las américas, y de por donde se han desparramado tanto los gallegos que regresan, que regresamos, a la tierra prometida cargados de morriña de estos pazos espléndidos y de estas prodigiosas plazas y calles empedradas; morriña que renace cuando volvemos a emigrar a nuestros destinos ya definitivos...
En América del Sur, a los españoles nos llaman gallegos... Hoy me siento gallego, y sé que algún día de estos tendré que regresar; a donde trabajo, y a donde emigro en busca de futuro; porque el futuro siempre es el origen...

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