lunes, 9 de abril de 2007

9 DE ABRIL DE 2007

17 horas…

ELOGIO DE LA PEREZA

Dice Manuel Leguineche que “en el fondo todos somos unos exiliados de nosotros mismos”. Y como “somos el tiempo que nos queda” (Caballero Bonald), “mi patria es ahora el aire y la noche”… (Leguineche).
Y así, “el olor de una flor nos hace dueños, por un instante, del destino” (J. Ramón Jiménez), y “estamos en medio del camino hacia la selva oscura” (Leguineche).
“Vivir en el campo es como estar siempre de vacaciones” (Leguineche). Y “la muerte es dura porque el alma no va saciada” (Miguel Torga).
“Los chinos, dice también Leguineche, creen que el verdadero arte de la vida es la cultura de la holganza”.
¿Me habré exiliado, cual chino, a la patria de la pereza?

21 horas…

Más de cien muertos en las carreteras, anuncian las televisiones. Como nos temíamos, el carné por puntos no garantiza que bajen las infracciones y, por tanto, las muertes en carretera. Una vez más, los poderes públicos piensan que los ciudadanos son unos irresponsables por no cumplir las normas. Y con eso se creen que cumplen. ..
Y es que no basta con reprimir con normas el comportamiento ante la conducción de potentes vehículos. Porque las carreteras no están a la altura de la potencia de los vehículos y/o los coches los fabrican con una potencia superior a la que admiten las carreteras que tenemos. Y es que ya estamos hartos, muy hartos, de que los poderes públicos obliguen a los ciudadanos a constituirse en sus propios guardianes, en sus propios policías, en sus propios culpables de los delitos que cometemos por incompetencia de aquellos, los poderes públicos, que permiten que los coches alcancen unas velocidades que no son adecuadas para las inversiones en carreteras que no hacen y que son necesarias para que puedan soportar las velocidades que alcanzan los coches que vende la industria legalmente, y sobre la que obtienen enormes ingresos vía impuestos de lujo.
Pero seguirán diciéndonos que somos culpables por correr demasiado…
Las generaciones futuras juzgarán a estos poderes públicos por irresponsables, por dejación de sus funciones y por manipuladores.

22,15 horas

Las caravanas -y los accidentes de coches- nos confirman que, al fin, terminó la semana santa. Un año más, la España gris, siniestra, meapilas y beata, soliviantada por una jerarquía eclesiástica reaccionaria y alejada cada vez más de la realidad que disfruta y desea la mayoría de la sociedad civil, ha sido protagonista de una fiesta pagana, a su pesar, y ciertamente bella; pero por reiterada año tras año, cansina; aparte de incomodidades por todo y para todo: sigo sin entender por qué tienen que cerrar las ciudades para pasear a sus santos; que se vayan a las afueras; como han hecho con las fiestas que llaman populares: las han trasladado a las afueras, a los llamados recintos feriales. Y así, podrían levantar el recinto de las hermandades, donde pasearse la vanidad de tanto ego disfrazado de devoto de María; pero que se paseen sin el disfraz a lo burka, cual es el gorro de los capirotes; y sin las cruces a cuesta, cual pecador medieval consciente de su pecado; y que seguirá pecando, pues su sino es la figuración de un dolor que no posee, a pesar de la escenificación grotesca de lo que llaman pasión.
Atrás quedan deseos y proyectos; playas frustradas y lluvias inoportunas…
Volvemos así a los días y sus asuntos; a las horas y sus ausencias; a los instantes y sus miserias. Bendita normalidad en un mundo cada día más anormal. Así podré seguir disfrutando del exilio de mí mismo, para gozo del alma en su holganza y en su soledad…

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