jueves, 5 de abril de 2007

2 DE ABRIL DE 2007

De no ser porque el parking de la urbanización está lleno de vehículos no me hubiese enterado de que es semana santa: llevo varios días sin apenas ver la tele y eso lo nota el alma. Y como sólo me muevo por esta parte de Málaga, por la costa, pues apenas he notado que estemos en ese período que siempre deseé por lo que suponía de vacaciones, que no por lo que suponía de fiesta, aún pagana, en la que se sacan vírgenes y cristos a la calle… Antes al contrario, si de pequeño, en el pueblo, me daba miedo el ruido de las bandas de música de las procesiones, de mayor fui crítico, muy crítico para con estas fiestas basadas en el eterno fanatismo de los creyentes en los más allá, tan lejanos que nunca alcanzan a estar satisfechos con su fe. De ahí la violencia de sus creencias: al no poder demostrarla se ofuscan en la defensa de su fe. Nada hay más irracional que la fe. Sobre todo para alguien que hasta descree del hombre como ser racional y bondadoso; ¡como para creer encima en las creaciones fantásticas de aquel!

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