martes, 24 de abril de 2007

24 DE ABRIL DE 2007

Mantengo que desde el final de la guerra fría, desde la caída del muro de Berlín, como símbolo de aquel final, el estado del bienestar nacido tras la segunda guerra mundial, se ha reconvertido (sin solución de continuidad hasta quizá su total desaparición), con la aquiescencia de la izquierda que lo alcanzó, y con la presión constante -para acabar con él- de la derecha que lo mantuvo como pacto social inevitable.
La izquierda, tras el gran fracaso del comunismo real, y tras las escasas dictaduras comunistas aún vigentes -y que morirán con sus dictadores-, es decir, tras el fracaso de modelos antidemocráticos, se ha quedado sin norte y sin guía. Porque la presión del sistema capitalista, forzada por los ideólogos “neocon” (el liberalismo como filosofía, como método; la acumulación en pocas manos de la riqueza como fin) a través de la imposición de la globalización del capital, frente a la globalización de las personas y de sus derechos, han hecho inviable la capacidad de la izquierda no sólo ya para hacer crecer el estado del bienestar, sino incluso para mantenerlo como estaba. Y así, la izquierda, para acceder y mantenerse en el poder ha tenido que aceptar los principios económicos y políticos de los neocon: menos impuestos, más mercado. Es decir, menos estado del bienestar; menos pensiones públicas; menos sanidad pública; menos educación pública. Y la izquierda se convierte de pronto en abanderada de la disciplina presupuestaria (desaparición del déficit público) y se vanagloria de alcanzar superávit presupuestario como garante para el futuro del estado del bienestar (se crean fondos de reservas, por ejemplo, para pensiones, a sabiendas de que están en peligro a medio plazo). Y se creen que así salvan los muebles…
Eso sí, las grandes empresas obtienen enormes beneficios, y encima se vanaglorian de ello. En cambio, los salarios cada día pierden más capacidad adquisitiva, las familias están endeudadas hasta casi lo imposible, y encima nos dicen que hay tensiones inflacionistas por lo rígido que es el sistema laboral de turno… Y este discurso lo dan líderes de la llamada izquierda europea… ¿Y por qué no suben los impuestos a los que más ganan y se financia como debe ser el nuevo estado del bienestar? ¿No era de la redistribución de la riqueza de lo que hablaba el socialismo?
Eso sí, aprobamos leyes de igualdad, de paridades, de matrimonios gay, de discapacitados (limosna es lo que van a darles), de no se sabe qué para tener al personal entretenido… Claro, de eso se trataba: era de poner paños calientes para que los de siempre hagan lo de siempre…
En suma, la izquierda europea se ha convertido en una ONG. Es la ONG del consuelo ante el fin de la utopía.
Y es que, ciertamente, liberalismo económico y estado del bienestar son incompatibles. Si apuestas por aquel, no puedes financiar éste. Si bajas impuestos (medio para la redistribución de la renta), en nombre de la competitividad, no puedes financiar el estado del bienestar (fin de la redistribución de la renta). Y la izquierda ha elegido; ha optado por el liberalismo económico, acabando con el medio para la redistribución de la renta, cual es financiar el estado gratuito del bienestar para todos los ciudadanos.
¡Viva la ONG llamada IZQUIERDA EUROPEA!

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