domingo, 21 de marzo de 2010

PREMIO ANDALUCIA DE LA CRITICA

Cuando eran las 12,30 horas de la mañana (¿o ya era la tarde?) seguía lloviendo y el día sólo garantizaba tristeza y melancolía: que el primer domingo de esta deseada primavera lo sea lluvioso, cuando el invierno fue tan húmedo y gris, ciertamente es una inesperada mala verdad (las certezas en la vida ya sólo las son para con los aspectos físicos de la naturaleza; en los demás, pareciera que todo es opinión, manipulación y dudas...). Pero cuando sólo habían pasado unos minutos recibí un mail de Rafael Ballesteros, el poeta, el escritor, el amigo al fin recuperado ya para siempre (nuestro afecto, queridos amigos, está basado en la certeza de la voluntad: querer también es verdad; en otro tiempo, algún malvado -¡qué sería de la bondad sin la maldad!- ceñiría nuestro afecto a los intereses sectarios de aquellos entonces por mor de la acción política y sus asuntos). Afortunadamente, aquel tiempo ya pasó: ¡qué estéril, querido Rafael, se ha vuelto la acción política en este escenario de la mediocridad en que se ha convertido la vida pública española! Pero como no hay mal que por bien no venga, esta realidad (la realidad no tiene remedio; por tanto, también es otra certeza) te ha llevado a la literatura de modo total, de modo cierto, inevitable y único. Y yo, mi querido Rafael, siempre deseé para ti ese momento; porque, Rafael, si somos, como decía nuestro admirado Caballero Bonald, el tiempo que nos queda, ¡qué mejor que vivirlo pariendo literatura, escribiendo, disfrutando de las palabras, leyendo para no perder oficio, transmitiendo sensaciones, sentimientos, pareceres, olvidos y pasiones, presentes y futuros!... Escribir para sobrevivirte, para no morirte de amargura, de sed, de fatiga... O de amor, amor a la belleza, a la hermosura, a lo pequeño y a lo grande; a esas cosas de los adentros, de lo oscuro y de lo hondo; donde no habita el olvido, y donde los afectos, donde la ternura, aquellas honduras que nos llevan sin rumbo y sin control... Os decía, queridos amigos, que recibí un mail de Rafael: he ganado el Premio Andalucía de la Crítica.
Cuando leí el mail, la mañana (¿o ya era la tarde?) cesó de llover. Y quisieron aparecer los primeros clarores del día... Como un guiño cómplice de contento y bienestar (los sentimientos, como la naturaleza, también son verdad).
Enhorabuena de nuevo, mi querido Rafael...

p.s. ¡Cuánto se hubiesen alegrado también Campos Reina y Rafael Pérez Estrada! De seguro, están exultantes de alegría, como lo estamos todos los que te queremos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios