miércoles, 9 de mayo de 2012

LECTURAS POÉTICAS

LO QUE ME QUEDA DE MIS DÍAS...

Hoy acudiré a un acto de lecturas de poesía. Hoy será un día hermoso...
Y el próximo viernes alcanzaré el estuario del Tejo, bordeando Lisboa, alcanzando Cascais...
Y pasearé por el Chiado, por la Baixa. Y leeré a Pessoa; y, lo intentaré, disfrutaré de un ciudad y una luz que amo...
Aunque, como dice Trapiello en su inagotable "Salón de pasos perdidos", volumen 17 ("Apenas sensitivo"), con motivo de tres días que pasó en Lisboa, "tampoco quería sentirme demasiado feliz, por consideración a Pessoa, en la ciudad en la que él fue tan desdichado"... Si eso me ocurriera, me refugiaré en el Martinho da Arcada y en su mesa, a su lado, toemremos oportos mientras leo su enorme poema "Ven a sentarte conmigo...", un poema que forma parte de mí -inevitablemente ya y al modo de himno espiritual- que me liga a una mujer, a unos días, a unos paisajes y a unas ternezas...





Ven a sentarte conmigo, Lidia, a la orilla del río...*

Ven a sentarte conmigo, Lidia
a la orilla del río.
Con sosiego miremos su curso
y aprendamos que la vida pasa,
y no estamos cogidos de la mano.
(Enlacemos las manos.)

Pensemos después, niños adultos,
que la vida pasa y no se queda,
nada deja y nunca regresa,
va hacia un mar muy lejano,
hacia el pie del Hado,
más lejos que los dioses.

Desenlacemos las manos,
que no vale la pena cansarnos.
Ya gocemos, ya no gocemos,
pasamos como el río.
Más vale que sepamos pasar
silenciosamente y sin desasosiegos.

Sin amores, ni odios, ni pasiones
que levanten la voz,
ni envidias que hagan a los ojos
moverse demasiado,
ni cuidados, porque si los tuviese
el río también correría,
y siempre acabaría en el mar.
Amémonos tranquilamente,
pensando que podríamos,
si quisiéramos,
cambiar besos y abrazos y caricias,
mas que más vale estar sentados
el uno junto al otro
oyendo correr al río y viéndolo.

Cojamos flores, cógelas tú y déjalas
en tu regazo, y que su perfume suavice
este momento en que sosegadamente
no creemos en nada,
paganos inocentes de la decadencia.

Por lo menos, si yo fuera sombra antes,
te acordarás de mí
sin que mi recuerdo te queme
o te hiera o te mueva,
porque nunca enlazamos las manos,
ni nos besamos
ni fuimos más que niños.

Y si antes que yo llevases el óbolo
al barquero sombrío,
no sufriré cuando de ti me acuerde,
a mi memoria has de ser suave
recordándote así, a la orilla del río,
pagana triste y con flores en el regazo.

*Heterónimo Ricardo Reiss




Versión de Rafael Díaz Borbón

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios