sábado, 19 de mayo de 2012

IN MEMORIAM



In memoriam (Para mi querida Carmela y su hijo Paco)

Queridos: me acabo de enterar... Carmela, Paco: me acabo de enterar... Y me duele, como duele lo que no tiene otra función que hacer daño; eso que en su fortaleza reside su mal; pero sobre todo, me duele no haberme enterado a tiempo; al menos para ir a verlo, y para decirle que eso no se hace, dejarnos aquí, a vosotros, a mí, a todos los que le quisimos; sí Carmela, Paco, eso no se hace; dejarnos sin él, sin su mirada, sin sus gestos, sin sus asombros; sí, mi amigo Paco, tu compañero, Carmela, tu padre Paco, se seguía asombrando ¡aún! de muchas cosas de los hombres; como se asombraba ¡aún! de los malos, de los amorales, de los sempiternos desahogados indecorosos de lo humano; sí, mi amigo Paco, nuestro Paco, era un joven metido a mayor, con sus dudas aún adolescentes y sus ilusiones siempre de artista; porque es es lo que fue siempre: un artista adolescente... 
Paco, ¡joder!, eso no se hace; tú ya descansas, pero nosotros no, y que sepas que nos dejas muy desamparados; no solos, idos sin ti y sin saber por donde continuar...

Y no me he enterado hasta ahora: no sabía que anduvieras mal; Carmela, me podías haber dicho algo; o lo mismo no he estado a la altura... Mis fantasmas; mis males; mis viajes... Ausencias todas que me recrimino: no sabía nada, Carmela. Y me duele; como me duele el espanto del adiós, lo terrible, lo otro... No sabía que anduviera mal; ya sabes, Carmela, Paco: ¡fue tan hermoso nuestro encuentro, tras tanto tiempo de silencios, que no de ausencias!... Como fue tan cercano oírle su "quillo", que lo decía como nadie, como el más grande gaditano: le daba ese aire brasileiro que siempre tuvo; o parisino; o sevillano... 

Mi Paco, nuestro Paco, Carmela; Paco, tu padre, Paco: fue un hombre excepcional; y se nos ha ido entero, como siempre fue... Y se me ha ido, se nos ha ido... Y yo no sabía nada: no me había enterado de que anduviera mal; y eso no me lo perdono, no te lo perdono, querido Paco, amigo... 
¡Que te has ido, leche!... 
¡Sin despedirte, leches!... 
Jó... Eso no se hace, Paco; eso se avisa... O se insinúa; o se suelta, por lo bajini, por los sitios que sabemos por donde van esas cosas de lo imposible y terrible, las cosas de los abismos de la nada... Nada.... No... 
Eso dicen: nada... Dicen que la muerte nos iguala; tanto luchar, tanto sorprendernos, tanto querer y amar y desamar e intentar olvidar lo imposible de olvidar: sólo malgastar el tiempo y el olvido... Sí nos iguala en muchas cosas, pero no en lo fundamental: gente como tú, querido Paco, no abundan como para que os vayáis así, sin despedida. Sí, al final, la muerte, la nada, nos iguala; lo otro, el silencio último: lo certero de lo solo... Pero no es cierto: tú siempre serás nuestro Paco, un hombre digno, entero y espejo ya para muchos de nosotros; tu Carmela, mi Carmela, y yo, y Tere, y muchos otros, seguiremos esperando verte algún día, para que nos digas:
-"Menganito es un amoral, quillo"... 
Nunca te lo dije en vida, Paco, pero desde que tuve la suerte de conocerte, desde aquellos años de juventud y donde tuvimos que hacer de lo que no sabíamos ser ni hacer, tú fuiste para mi, para nosotros, un referente de integridad y libertad intelectual y moral. Quizá elementos fundamentales para el desarrollo de tu inmensa creatividad, tanto artística como humana... Y te lo digo ahora, cuando ya no puedo guardármelo más porque me siento muy solo...

En unas horas llamaré a Carmela, nuestra Carmela... No puedo ahora: no me sale la voz; le diré que me duele tu partida, pero también le diré que al fin has descansado, pues ya te lo merecías: tu vida fue una lucha tan admirable como honesta. Y yo, de mayor, sólo intentaré imitarte en tu bondad; sé que no lo conseguiré, pero siempre serás el camino... 
Gracias por todo, querido amigo... 
Siempre te llevaré conmigo...

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