sábado, 17 de diciembre de 2011

SEVILLA

En horas estaré paseando por la ciudad de Sevilla. Más de 26 años (casi la mitad de mi vida) he vivido en ella; por tanto, pudiera decirse que es mi ciudad... Una ciudad que quizá sea de las más hermosas de Europa; y que, quizá también, sea la de peor clima; pero sobre todo, es una ciudad demasiado cainita para los que nunca nos llegamos a sentir del todo sevillanos, y no por desganas, y no por no haber nacido aquí. Ya Machado, Antonio, sevillano, se quejó de que en Sevilla había muchos sevillanos; y también Cernuda, Luis, también sevillano, se quejó siempre de la falta de aire para respirar en su ciudad; él, que vivió en la calle Aire de Sevilla, muy cerca de mi casa, y por donde me gustaba pasear los días calurosos para recibir el aire fresco de sus patios en sombra y que se hacía más sombrío al circular por el estrecho callejón del Aire... Apenas una placa así lo atestigua, mientras él permanece aún en su exilio mexicano...
De cierto que es Sevilla demasiado cerrada en si misma; y quizá tiene ese ramalazo que tienen los nacionalismo: como lo suyo no hay nada en el mundo... Dicen que el nacionalismo se cura viajando; quizá sea eso lo que les pasa a muchos sevillanos: están poco viajados también...
Claro que, indudablemente disfrutan de una ciudad muy hermosa y gozosa; quizá como consecuencia también de su cainismo y ensimismamiento... En cualquier caso, y como siempre hago, en mis años de Sevilla, durante esa casi mitad de mi vida, me refugié en los paraísos, los que siempre tengo a mano y presentes para sobrellevar tanto desapego; aquellos a donde sigo recurriendo cuando las afueras me son extrañas, ajenas o violentas... 
Y así, siempre supe disfrutar de la ciudad más bella del sur de Europa, aún cuando, a veces, me ahogaba... Y sobre todo, allí amé y fui amado...
Hoy, en horas, estaré paseando por sus calles a través de un recorrido sentimental; aquel que siempre hice y hago en sueños: vivir tantos años en un lugar determinado te determina también a ti; yo no sería el mismo sin mi Sevilla, esa Sevilla que, afortunadamente, nada tiene que ver con la Sevilla de muchos sevillanos...



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