viernes, 9 de diciembre de 2011

GALÍCIA ES DESCREÍDA

La mañana vino encapotada, como acostumbra por estas rías: nubes escasas, elevadas, que permiten una luz blanquecina, suficiente para la piedra y sus ornatos, y sin molestar a los ojos; en Galicia también la luz de sus días es prodigiosa, mágica; soberana y cierta: Nunca cuestionarás su poderío ni su elegante hermosura... Y es blanca por inocente; y es gris, por sus batallas perdidas... Y entre su inocencia y su amargura, la Galicia de estas Rías Baixas sobrevive con sosiego tanto desajuste inmoral que asiste al mundo y lo conforma. 
Porque, en Galicia, por estos lares, la vida es otra, el mundo otro, y los hombres y las mujeres no son extraños: Aquí hace tiempo que se instaló el escepticismo colectivo y nadie espera ya milagro alguno del hombre en ese camino del declive que se inició en el mundo, pues ya está caminado en estas tierras descreídas de todo y de todos; y por donde ya se vive de otras cosas; como de cielos  profundos: ya se siente de nuevo la morriña de una tierra que se volverá a dejar para el sustento, como ya la dejaron sus antepasados, y que llevan todos en los genes; como ausencias; como soledades.
Por eso Galicia es ruda; y también descreída...  Y por eso su luz es tenue; es escasa; es sombría...



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