domingo, 4 de diciembre de 2011

GALICIA

Galicia me atrapa siempre; desde que llegué orballea, sin apenas cesar; al pronto se rompen los cielos elevados (siempre tengo la sensación de que en Galicia los cielos son más elevados, más imposibles, más eternos...) y tímidos rayos intentan clarear la mañana, que nuevamente grisea y se entristece. Pero no entristezco; cosa que sí sucede por el sur; cuando por el sur amanece nublado, o gris de sol, me siento huido; me siento que no siento; me siento como sin vida...
En cambio, por estas tierras en verdes ascendidos, el gris, la niebla blanca y nítida como una sábana protectora, la humedad y sus caricias mojadas, no sólo no me afectan, sino que me complacen sobremanera...
Y es que éstas son sus formas; las que tiene Galicia de recibir vida...


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