domingo, 18 de diciembre de 2011

HARTO YA DE ESTAR HARTO

Amanezco "con un poco de garganta" (algunos enfermos crónicos definen al dolor por el órgano; al menos eso cuenta siempre mi hermano de los pacientes de su botica).

Ayer fue un día muy hermoso; uno de esos días ya irrepetibles -al pasar- que son protagonizados por un misterio que llaman afecto, dentro de un reencuentro de gente que perteneció a una historia, a un lugar, a un tiempo, y que otros llaman generación... 
Y por allí siempre estuvo presente un reconocimiento colectivo: valió la pena llegar hasta aquí... 

Y hubo recuerdos; preguntas; respuestas esperadas; porque cuando hay una cosa tan honda y tan inexplicable como el sentimiento de una verdad que llaman ternura, la de verdad, la de la afectación, la de la pertenencia a un mundo cercano, tuyo, encarnado en tus gentes de siempre y para siempre, entonces decides que valió la pena vivir, llegar hasta ese sitio, ese lugar, ese tiempo que habitas... Y a tiempo, al menos para reconocernos,  para exaltarnos, para congratularnos de seguir aún aquí; por si acaso, por los quizás, por los "por qués" sin respuestas... 
Y desearnos todos una feliz caminata hacia los días, sabiendo que  el porvenir siempre será -al menos- parecido a lo transitado, donde, en balances, concluyes -al fin- que mereció la pena siempre, a pesar de que pronto vendrá otra vez la noche oscura de la triste realidad cotidiana, esa que los otros, los de enfrente, los que ni siquiera llaman a las cosas por su nombre, se empeñan en hacérnosla cada vez más insoportable... 
Habrá, pues, que ir pensando en hacerles llegar que ya estamos hartos, muy hartos, de ellos...

Ayer fue la hermosura; y hoy, "con garganta", es el sol; y la resaca de la luz... 
¡Y que nos dure!...


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