sábado, 4 de septiembre de 2010

LA MAR DE MARBELLA

Amanece claro y tardío de tanto mirar a las afueras verdes de pinos que huelen a mar; la misma mar a la que padre nos llevaba en aquellos años de ausencias y de huidas... Cuando aquellos jueves sin clase por la tarde y se nos presentaba en Málaga y nos raptaba de los agustinos; para llevarnos a diario a ver el mar de Marbella, de Los Monteros (por entonces, la mar era virgen y los pinares de Marbella se bañaban en sus aguas). Al siguiente lunes, los García Vázquez de Coín habían estado todos malos desde el jueves por la tarde, conforme tarjeta firmada por padre que así lo testificaba... Eran los años de reparaciones de ausencias; las de padre, las que quiso saciar hasta su muerte tan temprana; como una deuda; como una penitencia que gustoso cumplió...
Y disfrutando de la muchedumbre del mar, en aquella soledad de abandono, en su virginidad, en aquellos escasos años, comprendí que aquel era el lugar más hermoso del mundo...


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