domingo, 5 de septiembre de 2010

CÓMO TE EXTRAÑO

Los días de septiembre ya llegan más frescos a la mañana que los recibe. La mar brilla, al fin, con escasas calimas, mientras el sol reduce su fuerza, aunque nos amenace: "volveré con los calores del membrillo"...
Algunos dirán, desde sus esquinas, ¡cuánto te extraño!; ¡o sole mío!... Otros, e
n cambio, gritarán: ¡aleluya!, al amanecer ya más decoroso para vivir en sosiego...
Un sosiego que rompió la noche y remató la mañana: hay días, que te conmueven, que te zarandean, que te conmocionan... Y es que la muerte, cuando se viste de violenta, de impotente, de tragedia (morir de edad, de viejo, es vivir); y la ves, y la sientes, para entonces se te instala como un dolor, y siempre tan profundo y desgarrador, que ya nunca más volveremos a ser los mismos... Y ya siempre diremos, ¡cómo te extraño!...
Un beso, Irene...


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