miércoles, 14 de octubre de 2015

DEL EGO; DE SU NECEDAD

Quizás nuestro mejor secreto no guardado es que no somos ningún secreto para nosotros mismos y sabemos mejor que nadie de nuestras limitaciones y miserias. Por eso siempre he relativizado todo ego, toda vanidad, hasta parecerme ridícula; y al extremo de sentir vergüenza ajena de aquel excesivo ego -y/o aquella enorme vanidad- en otros que la desparraman al modo inconsciente y sin pulcritud alguna.
Si además, como sostengo, concluimos que casi todo en el mundo no es nuevo sino repetitivo -al modo 'déjà vu'-, pues eso: todo se me desmorona, todo se me disuelve, salvo ese veneno de la egolatría que tan vulgar es y tan falsamente se reproduce una y otra vez sin solución de continuidad...

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