jueves, 15 de octubre de 2015

DE LA BONDAD Y DE SU POCA ESTIMA

Muchos de los que llamamos triunfadores, porque, en efecto, han triunfado en lo suyo, aquello a lo que profesionalmente se dedican, son objeto de alabanzas casi siempre... Mi experiencia me dice que muchos de aquellos a los que llamamos triunfadores (o peor, aún, aquellos que se creen serlo en su reino de mediocridad en el que viven rodeado de pelotas asustadizos), sí, efectivamente han triunfado en lo suyo, pero siempre gracias a muchos otros a los que nunca se les reconoce valor alguno; salvo cuando aquel que persigue el triunfo se equivoca y culpabiliza a sus subordinados del error y de su consiguiente fracaso.

Del mismo modo, pocos son los que se solidarizan y reconocen el valor humano de los perdedores, muchos de ellos repletos de tanta bondad para con los demás que no sólo no triunfan socialmente sino que, para aquellos triunfadores, son modelos fracasados llegando a ser considerados como necios por el resto de la sociedad.

Una vez más constatamos que el mundo que hemos creado es un mundo para el triunfo de los sin escrúpulos; y que basta una sola duda o resquicio de bondad para fracasar en esta podrida sociedad, donde el valor lo portará siempre el que llegue a meta dejando en el camino todo un estercolero de maldad, acompañado de un infinito mar de escombros humanos.

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