La luz blanca manchada en nieblas transparentes iluminaba contornos idos en formas ausentes, esa estructura vital de derrota en la distancia... Porque si la ausencia es el reclamo, la distancia es el dolor. Y para el reencuentro, las inquietudes de la necesidad, de lo deseado, nos transforma en impacientes enfermos de cobijos... Y se nos nota tanto, se nos prende tan adentro, que de seguro se nos descubre el tesoro que consideramos como entereza y nos derretimos de gozo y contento ante la dicha del retorno a nosotros, los derrotados de distancia, de lejanías imposibles, pero nunca de olvidos...
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