Como también permanecen los afectos; a pesar del tiempo, ese impostor de la nada; como permanece el mar; ese mar que siempre me acompañó y que hasta en Sevilla quiso hacerlo: sabed que el río Guadalquivir se hizo navegable para llevar las aguas saladas del mar hasta Triana...
Pero han pasado los años; yo ya no vivo en Sevilla, y el mar sigue allí, olvidado de aguas dulces. Tan dulce como el reencuentro y el encuentro; y con esa verdad de la piel y los labios...
Y también, con esa certeza de vida...
Quizá porque seguimos siendo TAL COMO ÉRAMOS: sí, nosotros, los de entonces, seguimos siendo los mismos...
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