miércoles, 10 de noviembre de 2010

CALABURRA

Amanecí aún de auroras por mor de analíticas rutinarias y en ayunas... Y al alcanzar el Faro de Calaburra, con toda la mar plateada de grises y espumas por delante, fue cuando, de repente, apareció elevándose, levemente, el sol enrojecido, que pronto se fue haciendo amarillo de luz al rendirse a los pies de la mar, que cual diosa griega abrazaba a los cielos allí en los horizontes, donde se juntaban, y donde habitan los más honestos instantes de la hermosura; y los más necesarios... Sí, aquellos que dejan huellas, como estos sones griegos de otra diosa, la Alexiou, que me cantaba esta balada mientras mi cuerpo se elevaba también a los cielos; como el sol, que ya era la luz en aquel prodigioso instante...
http://www.goear.com/listen/762ae53/la-balada-de-ifigenia-haris-alexiou

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