martes, 23 de septiembre de 2008

LLUEVE EN GALLEGO

Amaneció en gallego: llueve lenta, pero inexorablemente, empapando tanta tierra sedienta en su agonía y en su declive desértico y cruel. Y este cielo encapotado me lleva allí, a la tierra que profeso, a los entornos que me seducen, a las personas que necesita mi alma cansina, triste y melancólica...
Sí, los días en gallego, por el sur, siempre me produjeron una cansina y melancólica tristeza... Y es que la lluvia, el cielo gris, las tristezas de luces de estos cielos oscuros y rencorosos, no se hicieron para el Sur... En cambio, esta lluvia, esta grisura de cielos tristes, por allí, por donde peregrino, por las tierras más conmovedoras y al fin disfrutadas, estos cielos encapotados, estos orballos, son tan bellos como inherentes a aquellos paisajes, y a aquellas sus gentes...

Mientras tanto, recluido de humedades, pasea mi alma por este día triste, rodeado de cosas sencillas, aquellas que pasan inadvertidas, pero que nos conmueven cuando suceden en determinados momentos; como esta lluvia necesaria, triste y cargada de grisura, que una vez más me trastoca el alma y renueva el compromiso vital de mi pasión por Galicia...

Llueve en gallego, y mi alma se conmueve con las cosas sencillas...

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