Amaneció en gallego; aunque quizá más denso en grisura y más copiosas sus lluvias, también: la luz de Galicia, cuando el orballo del primer claror del día ejerce su presencia, hace de aquellas tierras las más hermosas jamás contempladas...
Al menos bajaron -al fin- las temperaturas, cosa agradecida por necesaria; para sobrevivir entre tantos calores casi eternos; para soliviantar tanta cansina espera...
Y como no, como todos los otoños, amaneció también con una suave inclinación a la hermosura, ese territorio del alma de los gozos más deseados, más bellos y más necesarios, para sobrevivir entre tanta miseria humana.
Pero también, amaneció con una cierta aproximación a la melancolía, ese territorio del alma derrotada de tanto fervor caído, de tanta lucha estéril y de tanto desamparo ante el mundo...
Este domingo de otoño amaneció en gallego; aunque quizá más denso en grisura...
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