martes, 23 de septiembre de 2008

LA DESVERGÜENZA

Hace tiempo que defiendo el diálogo como único medio de acabar con la sinrazón. Eso es la civilización; eso es la democracia.
Y ante tanta sinrazón de una parte importante del cuerpo social (el 15% +/-) de un territorio históricamente mal gestionado en su convivencia, con más razón es necesario el diálogo.
Se ha fracasado muchas veces en este proceso de diálogo, pero al fin verá la luz algún día, esperemos que no lejano... Pero jugar a todo, al diálogo y a la confrontación, y haciéndolo desde una sinrazón histórica, al ser uno de los territorios de mayor calidad de vida del sur de Europa, no sólo es una indecencia política; es también una desvergüenza moral, patéticamente reiterada a diario desde aquellas instituciones que deberían, principalmente, salvaguardar el clima necesario para siempre estar dispuestos a resolver los conflictos a través de la única arma potente y legítima que tiene la democracia, cual el diálogo y el compromiso con las mayorías sociales.
Y siendo este Lehendakari un desvergonzado y un cínico personajillo político que divide en vez de sumar, que confronta en vez de dialogar, cortoplacista, engañabobos y cansino mentiroso, el papel de subalterno de la nada de aquel Consejero que se dice de IU, con carita de curita arrepentido, no sólo nos arrincona en la melancolía de un fervor caído en el fracaso de la utopía de la izquierda política, sino que también nos lleva al desmoronamiento moral de la esperanza de cierta visión distinta y transformadora del mundo y de sus problemas...
Es la desvergüenza de muchos que se dicen políticos...

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