jueves, 25 de octubre de 2007

DESDEN INTELECTUAL

A veces, muchas veces, los hombres están (estamos) a verlas venir... Cuando alguien es librepensador, e intenta ejercer de ello, y denuncia aquello en que creemos con fruición, llegamos hasta descreer de casi todo y reaccionamos mal.
Y los hay que reaccionan dando lecciones morales, y de saber estar y decir, en un fallido intento de justificarse personalmente ante su miseria intelectual y vital: no están dispuestos a que se les caiga todo el montón de mentiras sobre las que han construido sus vidas.
¡Y leña al mono!. ¡Ahora, aquí te he pillado! ¡Ya le tenía ganas!...
Y sólo por ser libre, vivir como se quiere (o le dejan), crítico, anti-discurso oficial, paradigma de muchos deseos ajenos (y ocultos)...
Y por el rechazo a la moral imperante, por el desprecio intelectual hacia los poderosos, y por el descaro...
Y sobre todo, por envidia...
Es verdad, ser librepensador y estar en el mundo con una actitud vital libertina, y ser un privilegiado al poder elegir cómo vivir (aunque sea tarde), provoca muchas envidias.