Ya bajaron algo más las temperaturas y me refugio en la oficina del mar de enfrente... Y desde aquí, hoy, 7 de octubre de 2016, proclamo mi única y eterna aspiración: amar la vida tan sosegada y racionalmente que nunca jamás volveré a desperdiciar ni un segundo más de lo que me quede de aquella en nimiedades estériles e ingratas...
Y así, prolongo tanto cada segundo de mi vida que me creo haber inventado una nueva medida del tiempo; el lánguido y detenido para no ser pasado y gozarlo eternamente hasta que muera...
Claro que, a veces, muchas veces, me creo suspendido en el aire, huidizo y transido en un vacío que pretendía lejano; aquel insoportable y hondo del mundo mezquino que me lleva y duele... Una vida, un mundo, que pocas veces sentí cercano y que, casi siempre me fue esquivo, ajeno, extraño, salvo cuando la ternura de la gente que me importa e importó siempre; la mía, la gente elegida y cultivada a fuerza de estímulos propios y ajenos...
Proclamo, así, sosegadamente pero sin pausa, mi desprecio hacia tanta mezquindad, tanta envidia, tanto fanfarrón de la nada, tanta vanidad impostada y tanta desmesura... Ojalá fuesen capaces aquellos mezquinos vanidosos, fanfarrones y mentirosos, de mirarse al espejo siquiera una vez en la vida... Sólo así sabrían de la podredumbre moral que los lleva y de lo ridículo que aparecen a diario representando el papel de una obra inacabada: la de la eterna, por inagotable, miseria humana.
Pero para entonces ya estarían ciegos de ira y de soberbia...
Pero para entonces ya estarían ciegos de ira y de soberbia...
Pues eso, adiós a tanta banalidad, tanta vulgaridad y tanta mediocridad!!!!
¡Que todos vayan lejos! De mi y de mis asuntos: lo malo es lo primero que se pega...
¡Que todos vayan lejos! De mi y de mis asuntos: lo malo es lo primero que se pega...
Mientras tanto, me vengo al mar de enfrente, donde su muchedumbre, y su constante y perenne hermosura, me sostienen en la derrota de cada segundo de mi vida...
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