sábado, 22 de octubre de 2016

NUNCA EL OLVIDO

Lo he dicho muchas veces: desde 1977 el PCE no superó nunca que el PSOE fuese el primer partido de la izquierda española, el gran partido de sus clases medias trabajadoras, y el gran protagonista del cambio social, económico y político que vivió desde entonces nuestro país...
Y desde aquellos años, aquel PCE sólo buscó acabar como fuese con el PSOE; desde pactar con la derecha, la famosa pinza aún hoy en activo, pinza que se evidenció con claridad en Andalucía y en Extremadura, y con el pacto Anguita-Aznar, y que ha renacido con fuerza alentada por medios que van de 'progres', cuando sólo son manipuladores fulleros y que forman parte de grupos afines a Génova y sus maldades tácticas que les ha llevado a crear un monstruo populista y neofascista de difícil manejo y contención...
La más clara visión de aquel odio al PSOE tuvo lugar esta primavera, cuando hubo en España la posibilidad real de un cambio de Gobierno y que unos iluminados, hijos de aquel ayatolá que sigue anclado en su odio y su miseria, negaron volviendo a intentar de nuevo el acabar con el PSOE como ya antes habían acabado con lo que quedaba de aquel PCE, la IU enclenque tras la huida de muchos comunistas hacia el PSOE...
Y, por cierto, muchos de aquellos que renunciaron al PCE para ingresar en el PSOE, curiosamente, son los que más se han reconvertido en populistas, al modo 'podemizado' de asambleísmos y reclamando posiciones infantiles cuales el izquierdismo, aquella latente siempre enfermedad infantil del socialismo...
¿Acaso era también una estrategia de acabar con el PSOE, pero desde dentro?
Lamentable el olvido; impresentable no tener presente nuestra recién historia, nuestra poco decente convivencia del pasado...
Y sobre todo, nuestra incapacidad para ver la realidad mezquina de algunos iluminados obsesionados con sus propios fantasmas... Una incapacidad que ha calado hondo en mucho desagraviado militante socialista que lleva años en silencio porque había poder para repartir, pero que al no haber poder y sí mucho rencor latente, aflora en los momentos más proclives al olvido: cuando la fuerza de la revancha acaba con la serenidad de la razón...
¡Ojalá pronto la luz y nunca el olvido!


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