jueves, 31 de enero de 2013

TÀPIES

Dentro de seis días hará un año de su muerte. Anoche, mientras no dormía, leí trozos de su memoria más personal, ese delicioso libro donde relata parte de sus días y que siempre tengo cerca... Y leí varios párrafos, como este; y recordé también aquellos años de mi infancia, en el colegio, con los Agustinos; aquellos años tan oscuros y también tan injustos, y a donde muchos nos quieren regresar, con su voluntad y sus actos:

"...Yo consideraba que hacerme ir a la escuela era un acto por el cual se me arrancaba de casa y mi mundo. Maestros y condiscípulos eran habitualmente como unos enemigos, gente que me quería hacer mal y, de hecho, en ocasiones me lo hacía. Con frecuencia tenía la impresión de que allí se cometían actos injustos, de que los mayores abusaban de su fuerza sin razón. Aquella disciplina a la cual nos querían someter, para mí inexplicable, era un tormento que ponía en práctica conmigo toda aquella "gente mala", como yo los consideraba. Cuando me negaba a obedecer, cuando me rebelaba, mis padres me decían: "Si ahora ya te hemos de castigar porque no quieres hacer esto o lo otro, ¡pobre de ti cuando hagas el servicio militar!" Entonces me contaban lo que significaba ser soldado y cómo en él la disciplina llega hasta el punto de que ha de dejarse matar si así se lo ordenan. Todo esto me horrorizaba, mas no por la muerte, que veía lejana, sino por lo injusto que me parecía..."

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