lunes, 5 de noviembre de 2012

ES DOMINGO

Amanezco a este nuevo y triste domingo de noviembre (sigue lloviendo con tristeza) y retomo a Hemingway en su "París era una fiesta".

Aunque le empezó a escribir más tarde, relata los años 20 en París, y a pesar de que fue ayer (apenas 90 años), cuánto ha cambiado el mundo y la pasión por las cosas que de verdad nos gustan: llegó a pasar hambre en París por dedicarse a la literatura, por la pasión de escribir...
Cuando hoy todo es busines e interés meramente codicioso, o puro instinto de mediocre supervivencia en el lodazal inmoral de este decadente mundo con rencor, reconforta volver a reencontrarnos con personajes que nos parecieron siempre vitalistas reconociendo su pasión por el arte hasta los límites de una tortura...

Y leo:
"Si uno vive en París y no come bastante, les aseguro que el hambre pega fuerte, ya que todas las panaderías presentan cosas tan buenas en los escaparates, y la gente come al aire libre, en mesas puestas en la acera frente a los restaurants, y uno ve y huele la comida. Y si uno había renunciado al periodismo, y estaba escribiendo cosas por las que nadie en América daba un real, y si al salir de casa uno decía que le habían invitado a comer pero no era verdad, el mejor sitio para matar las horas de la comida era el jardín del Luxemburgo, porque uno no veía ni olía nada de comer en todo el trayecto desde la plaza de l'Observatoire hasta la rue de Vaugirard (...)
(...) Teniendo hambre, llegué a entender mucho mejor a Cézanne y su modo de componer paisajes. Muchas veces me pregunté si él tendría hambre cuando pintaba, pero me dije que si la tenía era seguramente porque se le había olvidado la hora de la comida. Una de esas ideas indocumentadas pero sugestivas que a uno se le ocurren cuando tiene sueño o hambre. Más tarde, pensé que Cézanne debía de estar hambrineto, pero de otra clase de hambre."

Esta cita de Hemingway sobre Cézanne me lleva a Van Gogh, que acabó loco, solo y arruinado por su pasión por el arte, esa pasión que hoy ya no existe y si existe es una isla perdida y agotada... Como aquel París que yo amé y amo y que nos relata este Hemingway apasionado siempre por la vida...






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