lunes, 5 de marzo de 2018

CONFESIONES DE UN EREMITA HETERODOXO Y ATEO (XVIII)

5 DE MARZO DE 2018
Como en la primera tarde apareció el sol, llamé a Samuel y nos fuimos a tomar el aperitivo en la cafetería del Club del Campo de Golf de Cabopino: queríamos aprovechar los rayos de un sol que no veíamos desde hacía días:.. Y así, y a pesar del viento, allá que nos fuimos...
Mientras llegábamos al lugar, y tras insistirle en que lo hiciera, me contó cómo conoció a su mayordomo, a Rogelio Garret, de origen portugués, pero formado en Londres en la casa de un aristócrata en el barrio de Chelsea donde entró como ayudante de cámara en pruebas y acabó siendo el mayordomo de la casa... Una vez viudo y jubilado, regresó a Portugal, a Lisboa, de donde era; pero al pronto conoció a una sevillana, también viuda, de la que se enamoró y con la que se fue a vivir a Sevilla...
-Una noche, tras mi regreso de Madrid, en La Carbonería, lo conocí. Me cayó muy bien; tanto que al cabo nos hicimos muy amigos. Y como estaba aburrido sin trabajar, y dado que vivía muy cerca de mi casa, decidió acompañarme durante el día... Y me propuso, sin prestación económica alguna, ser mi mayordomo, a lo que me negué; pero insistió tanto que no tuve más remedio que claudicar... Aprendí mucho sobre los protocolos de todo tipo; hasta creerme un experto en la materia, -me contaba Samuel mientras íbamos degustando cervezas y vinos...
-Un día, -prosiguió Samuel, Rogelio recibió unas invitaciones para asistir a un concierto de Pavarotti en el Royal Albert Hall de Londres. Se las mandaba su antiguo señor, con el que mantuvo contacto hasta su fallecimiento en 2004... Y allá que nos fuimos los dos a ver en directo a Pavarotti...
-¡Qué curioso!, querido Samuel, le digo... Durante mis años de Sevilla soñé más de una vez que tenía mayordomo; pero no era tal sino alguien como Rogelio que se me ofrecía gratis y que también había trabajado en Londres en una aristocrática mansión cuyos dueños estaban emparentados con la Casa Real británica... Y también muchas noches soñé con que era íntimo amigo de Luciano Pavarotti; tanta era mi amistad que asistí a todos sus conciertos invitado por él...
Samuel se quedó mirando al infinito, en silencio, mientras yo le señalaba el peñón de Gibraltar que en la claridad del día se divisaba a lo lejos...


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