DE LAS COSAS DEL AZAR Y LA VIDA...

Ya he reflexionado sobre este asunto del azar alguna que otra vez, como una insistencia, una especie de obsesión hacia lo que de indiscreto y oculto -y que nos maneja con desdén y sin compasión- tiene aquel azar...

Y así, como quiera que la vida sólo es aquella que vivimos, he dedicado casi toda ella, en lo profesional, al mundo de la comunicación comercial y de marketing; y más allá de todo, reconozco que lo más hermoso tras tantos años en aquellos territorios mágicos de crear ideas y negocios (negación del ocio) fue el conocer a grandes creadores (el marketing siempre tiene mucho de literatura y arte); y, sobre todo, a muchas buenas personas que eran dichosas haciendo lo que les gustaba...
¡Qué suerte tuvieron ellos con el azar!, - me dije siempre...

También supe -cómo no- de traiciones, de deslealtades y de malas personas... Pero como la memoria siempre es selectiva en las construcciones del pasado y en su archivo, lo mejor de aquellos años fue tanto que consiguió siempre tapar lo peor de tantos otros malos ratos...
Los economistas siempre estamos haciendo balances; que si costes y beneficios, que si balanzas comerciales, que si gastos e ingresos... Y los Libra, buscando constantemente ese equilibrio inexistente, esa balanza emocional y utópica, que con ayuda de la ternura y de la solidaridad anda siempre detrás de la posible belleza que pueda haber hasta donde no puede existir jamás...

Y tras tantos años ya y tantas renuncias, hago esta confesión: en aquellos balances y equilibrios, en aquellas inevitables búsquedas, siempre se me inclinó la balanza hacia una incierta y adolescente sonrisa: o quizás, hacia un pudoroso bienestar como punto final de un camino que el azar quiso que transitara de manera perseverante y sin solución de continuidad. Sólo hice uso de un truco: no pedí mucho a la vida; sólo vivirla como el azar dispuso, renunciando a no desear lo que no podía tener y aceptar los días como vinieron siempre.