lunes, 2 de octubre de 2017

2 DE OCTUBRE DE 2017

Como sucede siempre con las cosas importantes, sólo las echamos de menos cuando nos faltan... La salud, la dicha, la serenidad, el bienestar, el amor, los afectos, etc, sólo los valoramos en su verdadera importancia cuando desaparecen de nuestras vidas. Y sólo entonces reconocemos nuestros errores y nuestras culpas, y nos invade la melancolía por no haber sabido estar a la altura, si fue posible estarlo...
Del mismo modo sucede con LA POLÍTICA, con mayúsculas, eso de la razón frente a la barbarie y aquello del diálogo frente a la confrontación y la guerra...
Ayer hubo un terrible acontecimiento en España; un acontecimiento del que tenemos dos versiones en su historia; pero que, precisamente por ausencia de la política se ha llegado a una situación límite en excesos por todas las partes; unos por acción, los otros por omisión...
Ya es tarde, como cuando desaparece el amor; pero, al menos algunos, civilizadamente podemos optar por mantener una amistad eterna, como siempre hago: donde hubo sigue habiendo eternamente, si hubo de verdad...
Es la hora, pues, del regreso a LA POLÍTICA, al diálogo, a la razón y al pacto. La democracia española es fuerte y resistirá, pero siempre que haya voluntad de pacto, la esencia misma de aquella democracia. La confrontación es el pasado, lo otro, lo muerto y huidizo...
Es verdad que se han traspasado muchas líneas rojas; y es verdad que se han cometido delitos graves de desacato a los tribunales de justicia; pero también es verdad que se señaló aquel camino de los delitos como la única salida del toro acorralado... Porque se dejó sin cerrar el asunto demasiado tiempo; un asunto que a ambos protagonistas le venía bien como cortina de humo de sus vergüenzas y delitos, y mientras el principal responsable del desacato era preso de los antisistema que lo llevaban atado hacia el precipicio hasta convertirlo en el líder de los antisistema como única opción tras romperse todos los puentes constitucionales; y ¡qué tremendo error fue recurrir al Constitucional el Estatut!...
Pero eso es ya parte del pasado, aunque no se debe olvidar cómo se desarrolló para no repetirlo, eso tan español del olvido.
Es la hora de enterrar errores y recuperar el diálogo y la razón; un diálogo que nunca debió desaparecer de las tierras de España; es la hora, sí, de la cabeza, y no la hora del corazón y sus emociones.
Hay un problema: los interlocutores no pueden ser los protagonistas de lo sucedido ayer... Por falta de credibilidad; por presencia de rencores profundos...
Hagan apuestas serias por el diálogo, y con solvencia en sus protagonistas; busquen a un Abril Martorel y a un Alfonso Guerra, como se hizo entonces, y arreglen este desaguisado.
Los españoles se lo exigen con urgencia.
Y al que falle, los españoles no se lo perdonaremos jamás.


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