sábado, 19 de marzo de 2016

VIERNES DE DOLORES

“…¡Los muertos! Los muertos que me amaron en mi infancia. Cuando los evoco, toda el alma se me enfría y me siento desterrado de los corazones, solo en la noche de mí mismo, llorando como un mendigo el silencio cerrado de todas las puertas”
F. PESSOA (Libro del desasosiego. Edición de Jerónimo Pizarro. Pre-Textos. Valencia. 2014)
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“…Me has dado tantas cosas y son tantos los años y los recuerdos…
…Aquí estamos hablando los dos, et tout le reste est littérature, como escribió, con excelente literatura, Verlaine.”
J.L. BORGES (A Leonor Acevedo de Borges (su madre). Fragmento de la dedicatoria de su libro Obra Poética 1923-1977. Alianza Tres. Madrid 1983)
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VIERNES DE DOLORES
Mi madre, Doña Lola, se llamaba Dolores. El pasado octubre hizo 15 años de su muerte. Pertenecía a aquella generación de españoles que, aun habiendo tenido la suerte de nacer en una familia acomodada, sufrió mucho en la vida; una vida que dedicó por entero a sus hijos, para que nunca más volviera el espanto…
Pero a pesar de tanto horror y de otras tragedias familiares que no vienen al caso, mi madre, Doña Lola, tenía un enorme sentido del humor y se reía de su sombra, quizás como la única respuesta y esperanza ante tanta desdicha. 
Sí, mi madre formó parte de aquella generación que siendo adolescente y joven vivió la guerra, la incivil, la que no entendía por qué se mataban entre sí los españoles; aquella guerra en nuestra memoria y que muchos quieren enterrar para repetirla en su olvido. Una generación que sobrevivió a aquella locura de la guerra y que tuvo que vivir también una siniestra posguerra llena de miedos y silencios; una generación que tendrá siempre mi afecto y mi consideración, y que, como dice Luis Landero en su delicioso “El balcón en invierno”, ‘una generación, casi dos, que vieron truncados sus proyectos de vida en plena juventud, que trabajaron como mulas y lo sacrificaron todo para que sus hijos corrieran mejor suerte que ellos y cuya obra, no sé si humilde o grande, es esa, el bienestar de los suyos: esa fue la causa por la que lucharon, y esa su recompensa’…
Mi madre se llamaba Dolores. Hoy hace ya 15 años de aquellos Viernes de Dolores; unos viernes que eran muy grandes en la Casa de Doña Lola de Coín…
¡Felicidades, madre!
Y felicidades a todas las Lolas y Dolores de mi vida.
(Foto: mis padres)


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