Hoy toca hablar de ellas, las mujeres, aunque yo siempre hablo de ellas y siempre pienso en ellas; pero hoy obliga el calendario en modo ad hoc.
No soy de los que hago declaraciones de fe en aquellas cosas en las que creo; es mucho más eficaz siempre dar ejemplos diarios de nuestros comportamientos más que expresar deseos a futuro...
Siempre he defendido los derechos humanos allí donde me ha correspondido defenderlos. Y entre ellos, los derechos de las mujeres todas...
No, no bastan las palabras y las declaraciones de fe. Conozco a muchas mujeres que de boquilla son muy defensoras de sus derechos y luego educan a sus hijos en el más rancio de los machismos y desigualdades; lo sostengo siempre: la mujer es la primera enemiga de su futuro libre. Claro que para ser libre e independiente de verdad, hay que ser libre e independiente económicamente. Y he aquí el problema: conciliar dos trabajos con menores rentas; tanto porque en el sector privado (no así en el público) el salario de la mujer es menor que el del hombre y el trabajo doméstico no está remunerado...
Y este es uno de los problemas fundamentales que aún no se ha resuelto en muchas partes del mundo desarrollado; en el otro, sigue siendo ninguneada o esclava... Como casi esclava fue aquella generación de nuestros antepasados y que les salvó siempre su enorme dignidad y su infinita entereza ante la adversidad de todo y de todos...
Hoy, 8 de marzo, mi recuerdo para con ellas, la generación de nuestras madres y abuelas, aquellas mujeres valientes y capacitadas para todo tipo de espanto y contrariedad, y que han sido las grandes víctimas de un triste pasado; y tan reciente en nuestras vidas que nunca las hemos podido olvidar los de mi generación...
Dejo aquí un texto de Luis Landero como homenaje a aquella generación. Y mi recuerdo eterno, mi admiración y mi añoranza de aquellos días, en aquella infinita casa, donde el Jardín de los niños, con mi abuela Carmen, que tanto me protegía, y con mi madre, que tanto nos amaba...
Dice Luis Landero:
…”Vengan bien o mal dadas, de un modo o de otro, a mi madre siempre le ha gustado la vida. Fuera de algún enojo momentáneo, jamás la he visto enfadada ni abatida por las adversidades. Yo no sé de dónde ha sacado esta gente, esta generación infortunada, su temple y su entereza. Una generación, casi dos, que sufrieron la guerra y la posguerra, que vieron truncados sus proyectos de vida en plena juventud, que trabajaron como mulas y lo sacrificaron todo para que sus hijos corrieran mejor suerte que ellos y cuya obra, no sé si humilde o grande, es esa, el bienestar de los suyos: esa fue la causa por la que lucharon, y esa su recompensa”…
Luis Landero (El balcón en invierno. TusQuets. 2014)
(Foto: con mi madre, Doña Lola, y el hermano Rafael)
No soy de los que hago declaraciones de fe en aquellas cosas en las que creo; es mucho más eficaz siempre dar ejemplos diarios de nuestros comportamientos más que expresar deseos a futuro...
Siempre he defendido los derechos humanos allí donde me ha correspondido defenderlos. Y entre ellos, los derechos de las mujeres todas...
No, no bastan las palabras y las declaraciones de fe. Conozco a muchas mujeres que de boquilla son muy defensoras de sus derechos y luego educan a sus hijos en el más rancio de los machismos y desigualdades; lo sostengo siempre: la mujer es la primera enemiga de su futuro libre. Claro que para ser libre e independiente de verdad, hay que ser libre e independiente económicamente. Y he aquí el problema: conciliar dos trabajos con menores rentas; tanto porque en el sector privado (no así en el público) el salario de la mujer es menor que el del hombre y el trabajo doméstico no está remunerado...
Y este es uno de los problemas fundamentales que aún no se ha resuelto en muchas partes del mundo desarrollado; en el otro, sigue siendo ninguneada o esclava... Como casi esclava fue aquella generación de nuestros antepasados y que les salvó siempre su enorme dignidad y su infinita entereza ante la adversidad de todo y de todos...
Hoy, 8 de marzo, mi recuerdo para con ellas, la generación de nuestras madres y abuelas, aquellas mujeres valientes y capacitadas para todo tipo de espanto y contrariedad, y que han sido las grandes víctimas de un triste pasado; y tan reciente en nuestras vidas que nunca las hemos podido olvidar los de mi generación...
Dejo aquí un texto de Luis Landero como homenaje a aquella generación. Y mi recuerdo eterno, mi admiración y mi añoranza de aquellos días, en aquella infinita casa, donde el Jardín de los niños, con mi abuela Carmen, que tanto me protegía, y con mi madre, que tanto nos amaba...
Dice Luis Landero:
…”Vengan bien o mal dadas, de un modo o de otro, a mi madre siempre le ha gustado la vida. Fuera de algún enojo momentáneo, jamás la he visto enfadada ni abatida por las adversidades. Yo no sé de dónde ha sacado esta gente, esta generación infortunada, su temple y su entereza. Una generación, casi dos, que sufrieron la guerra y la posguerra, que vieron truncados sus proyectos de vida en plena juventud, que trabajaron como mulas y lo sacrificaron todo para que sus hijos corrieran mejor suerte que ellos y cuya obra, no sé si humilde o grande, es esa, el bienestar de los suyos: esa fue la causa por la que lucharon, y esa su recompensa”…
Luis Landero (El balcón en invierno. TusQuets. 2014)
(Foto: con mi madre, Doña Lola, y el hermano Rafael)
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