domingo, 1 de julio de 2012

UNA TIERRA PRODIGIOSA

Ya quedan sólo unos días; pronto, muy pronto, al fin, regresaré...

Hay un lugar en el mundo, al noroeste español y encima de Portugal, por donde pasearé unos días también, al que acudo en peregrinación, al menos, tres veces al año...

Es un lugar donde la piedra, el verde, el agua y el mar conforman un paisaje de tal hondura, de tanta belleza, de tanto asombro, que ya nadie quedará sin ser señalado de por vida por aquella hermosura de vida y de mundo...

Es un lugar donde los hombres son rudos y las mujeres prietas; hombres y mujeres que, escépticos siempre de mundo, son capaces de recorrerlo, y son capaces aún de dar la vida para no vivirla en la distancia, esa en la que llorarán siempre que tienen que acudir a por los sustentos. Le llaman morriña, cuando en verdad se trata de sensibilidad y ternura; la de aquel pueblo de tan profunda historia como el mundo que la contiene...

Y es un lugar donde, al menos, durante unos días y tres veces al año, necesito acudir en busca del sosiego suficiente para seguir viviendo en este mundo que tanto ahoga y tanto me rechaza...
Quizás por que allí, en aquella tierra prodigiosa, aprendo a no quejarme; y es que, para entonces, mi debilidad se ha amortiguado entre tanta decencia y tanto ejemplo de dignidad humanas...

Es Galicia, es mi refugio; y es una parte del mundo que ya es fundamental en mi vida...




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