Tal día como ayer, 14 de julio, hace 223 años (1789), en París (Francia) se produce la Toma de la Bastilla, que supuso el fin del Antiguo Régimen y el comienzo de la Revolución francesa.
Desde que conocí esta historia y con lo que ya conocía de la nuestra, creo que me hice devoto de aquel país y fui ya para siempre un afrancesado.
No me gusta la violencia en ninguna de sus formas; pero aquel hecho cambiaría la historia del mundo moderno. Y cuando conocí más parte de la verdad de nuestra mal llamada guerra de la independencia contra la ocupación napoleónica, de haber vivido en aquella España no sólo hubiese sido un afrancesado como Goya, sino que me hubiese exiliado a aquel país, como también hizo él, pero hasta la muerte.
Y creo además que muchos de los males de España, la de hoy y la de siempre, residen en que no hubo una burguesía ad hoc que acabara con el antiguo régimen, ese de una rancia aristocracia agraria aliada con lo más mediocre de la curia y militares golpistas, en connivencia con borbones y monárquicos corruptos que han lastrado la historia de España desde aquel mal llamado también descubrimiento de América...
¡Cuánta guillotina faltó en España!...
No soy nacionalista; nunca me gustaron las patrias ni sus discursos, pantomima de intereses ajenos a los hombres sencillos y que sólo aspiran a vivir en paz y en libertad, y en cuyo nombre los llevan a guerras y genocidios imposibles e indecentes... Pero sí proclamo mi admiración y devoción por aquel país que fue -y espero que siga siendo- abanderado de la libertad, del asilo político y de los derechos humanos en el mundo.
¡Vive la France!, todo un estímulo y todo un ejemplo de pueblo civilizado, con sus luces y sus sombras...
Desde que conocí esta historia y con lo que ya conocía de la nuestra, creo que me hice devoto de aquel país y fui ya para siempre un afrancesado.
No me gusta la violencia en ninguna de sus formas; pero aquel hecho cambiaría la historia del mundo moderno. Y cuando conocí más parte de la verdad de nuestra mal llamada guerra de la independencia contra la ocupación napoleónica, de haber vivido en aquella España no sólo hubiese sido un afrancesado como Goya, sino que me hubiese exiliado a aquel país, como también hizo él, pero hasta la muerte.
Y creo además que muchos de los males de España, la de hoy y la de siempre, residen en que no hubo una burguesía ad hoc que acabara con el antiguo régimen, ese de una rancia aristocracia agraria aliada con lo más mediocre de la curia y militares golpistas, en connivencia con borbones y monárquicos corruptos que han lastrado la historia de España desde aquel mal llamado también descubrimiento de América...
¡Cuánta guillotina faltó en España!...
No soy nacionalista; nunca me gustaron las patrias ni sus discursos, pantomima de intereses ajenos a los hombres sencillos y que sólo aspiran a vivir en paz y en libertad, y en cuyo nombre los llevan a guerras y genocidios imposibles e indecentes... Pero sí proclamo mi admiración y devoción por aquel país que fue -y espero que siga siendo- abanderado de la libertad, del asilo político y de los derechos humanos en el mundo.
¡Vive la France!, todo un estímulo y todo un ejemplo de pueblo civilizado, con sus luces y sus sombras...
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