domingo, 12 de junio de 2011

VUELVO AL SUR...

Como todo domingo, amanezco sin tiempo; tardío, pero luminoso; y cuando por el occidente del Sur ya aprietan en exceso los calores, por aquí, por la parte que empieza a ser oriental, y en concreto, en esta zona donde habito, se produce un microclima que rebaja en diez grados aquellas terribles temperaturas, afortunadamente para mi superviviencia.... Es la dicha de pertenecer y disfrutar de esta parte del mundo, donde no habitan las mentiras; porque el mar es verdad, como verdad el sol que lo ilumina. Y no necesito más; si acaso, saberte siempre ahí. Sí, hablo de ti, que hoy tampoco te nombro...

Mientras tanto, me escribe un sobrino, que partía para Colombia, para decirme que volverá en una semana. Ayer, en la Postal Office, recogí una postal del sobrino viajero; ya ha alcanzado Pekín, donde otro sobrino trabaja como ingeniero informático en la embajada española; me dice que regresa antes de lo estimado (un año) porque anda prendado y prendido de una hermosa mujer... Otro sobrino, ingeniero aeronáutico, trabaja en Madrid, pero durante la semana, que si Toulouse, que si Sevilla, donde la compañía tiene sus centros logísticos del consorcio Airbus; otra sobrina, la ya afamada María, está en Alemania como ingeniera de telecomunicaciones en la Agencia Espacial de aquel país; su melliza, mi sobrina Ana, que termina este mes el proyecto como arquitecta, ya trabajó en Chicago, a donde regresará. Muchos más sobrinos, en Madrid, Granada, Málaga... 
Yo quise este mundo; yo luché por él; sin fronteras; sin patrias... Donde los hombres circularan por él como ciudadanos libres. Pero cuando esto sucede por mor de una espantosa crisis en la que nos han metido una pandilla minoritaria de codiciosos y avaros; y cuando los políticos responsables de haber puesto orden para evitar tanta indecencia y tanto robo a mano desarmada no quisieron -o no les dejaron otro hacer-, para entonces reniego de este mundo, de la condición humana y de la moral colectiva que nos hunde en una miseria insoportable, en su indecente capacidad de reacción... 

Por eso, siempre, vuelvo al sur

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