Prosiguen los días de junio, ya más largos y más inevitables en mentideros insoportables; en fullerías indeseables; en posturas cerriles, egoístas y vanidosas... Es lo de siempre, sólo que los días duran más; son más hermosos en luz, de cierto, pero más rechazables en las formas de sus actores, pues duran más... Y no se vislumbra una mejoría en el horizonte: están fuertes en su inmoralidad tras el respaldo social último de unos y los fracasos de otros...
Desde muy pequeño hubo en casa discusiones políticas; haber nacido en la posguerra y haber visto lo que vimos nos llevó inevitablemente al rechazo. Y luego los años de lecturas inciertas, atrevidas y tertulias de mayores; poco a poco se nos fue inculcando una moral de rechazo dentro de un hartazgo de inmorales protagonistas de aquellos espacios públicos que dominaban la tristeza de nuestra infancia y juventud. Y llegó la Universidad, y llegó el compromiso... Desde entonces, todo ha sido un viaje iniciático hacia la decepción de la condición humana como la gran traidora y el gran escollo de toda utopía... Una condición humana, que sustentada en la propiedad privada como el bien más protegido aún que la propia vida, creo sinceramente, que siempre será el freno para que aquella condición humana se transforme en solidaria, en eficaz frente a los abismos, y en germen de nuevas utopías y nuevas conquistas sociales, más allá de las conquistadas por la fuerza y presión de determinadas capas sociales frente al poder establecido.
Y es que el poder político, sin presión social, siempre es conservador; y a conservar el poder adquirido dedica la mayor parte de su actividad política, en vez de dedicar su tiempo a transformar lo que debe transformar, que para eso fue elegido. Todo lo demás, esperar algo más de ellos sin presión, serán esperanzas infundadas...
Que tengamos suerte en este caminar por el mundo; mejor con esperanzas, y que sean fundadas...
http://www.goear.com/listen/
Desde muy pequeño hubo en casa discusiones políticas; haber nacido en la posguerra y haber visto lo que vimos nos llevó inevitablemente al rechazo. Y luego los años de lecturas inciertas, atrevidas y tertulias de mayores; poco a poco se nos fue inculcando una moral de rechazo dentro de un hartazgo de inmorales protagonistas de aquellos espacios públicos que dominaban la tristeza de nuestra infancia y juventud. Y llegó la Universidad, y llegó el compromiso... Desde entonces, todo ha sido un viaje iniciático hacia la decepción de la condición humana como la gran traidora y el gran escollo de toda utopía... Una condición humana, que sustentada en la propiedad privada como el bien más protegido aún que la propia vida, creo sinceramente, que siempre será el freno para que aquella condición humana se transforme en solidaria, en eficaz frente a los abismos, y en germen de nuevas utopías y nuevas conquistas sociales, más allá de las conquistadas por la fuerza y presión de determinadas capas sociales frente al poder establecido.
Y es que el poder político, sin presión social, siempre es conservador; y a conservar el poder adquirido dedica la mayor parte de su actividad política, en vez de dedicar su tiempo a transformar lo que debe transformar, que para eso fue elegido. Todo lo demás, esperar algo más de ellos sin presión, serán esperanzas infundadas...
Que tengamos suerte en este caminar por el mundo; mejor con esperanzas, y que sean fundadas...
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