domingo, 30 de enero de 2011

UNAS NOTAS; UNA APROXIMACIÓN; UNA RECTIFICACIÓN; UNA ESPERANZA...


"EN LA VIDA NO HAY PREMIOS NI CASTIGOS, SINO CONSECUENCIAS" (Robert G. Ingersoll)

Ya sabemos, sin miedo a equivocarnos, que la crisis económica mundial que padecemos ha sido una gran estafa, como nos señala el profesor Juan Torres (http://www.attac.es/la-crisis-ha-sido-una-gran-estafa/). Una estafa consentida y disimulada por la clase política mundial que ha gobernado el mundo desde hace unas cuantas décadas, al permitir con su desdén o inacción tanto indecente comportamiento del sistema financiero mundial, que ha campado a sus anchas por el mundo sin apenas control por parte de las autoridades financieras, en una demostración sin igual de quién o quiénes, de facto, mandan en el mundo real. Por tanto, cuando la modernidad trajo la democracia como la supremacía de la voluntad popular sobre todas las demás voluntades, en este comienzo de milenio hemos visto con claridad meridiana cómo aquello no fue sino una ilusión democrática, frente a la realidad del rostro del verdadero poder: el del dinero, el del sistema financiero mundial, que se internacionalizó para imponer su voluntad especulativa y avara en todo el planeta, como así ha sido. Y tras las hipotecas basuras y quiebras de bancos, se ha producido una enorme recesión económica mundial. 

Y en esas estamos, con unas economías sin crédito porque el crédito se dedicó a especular en vez de alimentar y sostener el desarrollo de la economía productiva. Como apoyo ideológico, y en nombre de la libertad, la de ellos, se creó todo un discurso que ponía en cuestión la capacidad de que en Europa se pudiese mantener por mucho tiempo el afamado estado del bienestar. Así, tras la caída del muro de Berlín, aquel discurso se fue imponiendo a través de los llamados neoliberales que gobernaron los EE.UU. de América y muchos países europeos, a los que acompañaron revisionistas de la socialdemocracia y que se autodenominaron terceras vías y otras lindezas en favor de un mayor protagonismo del mercado frente a un “excesivo” papel del estado en la economía real. Era la época que se oía en boca de líderes socialistas aquello de que “bajar impuestos era de izquierdas”. Y que había que controlar los salarios para controlar la inflación y ganar así productividad y competitividad exterior, pues estábamos en economías abiertas (que sepamos, sólo para el capital estaban abiertas). Como era de esperar, se bajaron impuestos (sobre todo, los directos y los que gravaban las rentas de capitales especulativos), o se incentivaban fiscalmente inversiones especulativas, como  fondos de inversión de anónimos depositantes y de complicadas estructuras financieras, y/o fondos de pensiones y otras figuras especulativas más complejas.
Y todo ello, tras años de fracaso de la deseada Unión Política Europea, con fracasados referendum sobre diversos proyectos de constitución europea, visualizándose así el gran fracaso político de lo que se pretendió fuese una Europa Federal.

En España, como en el resto del sur de Europa, la crisis se agudizó por la dependencia de un sector como la construcción, que lo mismo que crea mucho empleo lo destruye ante una burbuja, burbuja que estalló tarde: desde hace más de veinte años se venía analizando la enorme burbuja inmobiliaria de la economía española; pero “España iba bien, y creaba más empleo que toda Europa junta”, se oía decir a nuestros representantes políticos de todos los colores, representantes que no sólo no hicieron nada por cambiar esta situación, sino que alardeaban de los crecimientos del PIB y los bancos encantados de la burbuja: sus inversiones en el ladrillo obtenían enormes plusvalías en escasísimo tiempo; de un día para otro se compraban y vendían activos inmobiliarios, con los actores protagonistas tan eufóricos como indecentes; banqueros, políticos, notarios, ciudadanos: todos mirando para otro lado mientras sus bolsillos se llenaban de miseria... Para más desconsuelo, como los salarios eran tan bajos, las familias se endeudaron en exceso; y claro, como no había capacidad de ahorro, la economía española se financió con ahorro externo. Y si bien la deuda soberana no es elevada respecto a la media de Europa, la privada sí ha llegado a ser una rémora de presente y de futuro. 
Y todo ello dentro de una Europa que sólo lo es monetaria, no económica, ni fiscal, ni laboral, y con un Banco Central con un estatuto que sólo tiene por objetivo la lucha contra la inflación, dentro de un plan de estabilidad que no permite superar el 3% de déficit público. 

Y en esas estamos; y como la UE y los prestamistas a los que acude España para pagar vencimientos de deuda y refinanciarla, han impuesto un plan de recorte de gastos públicos, y como no hay crédito para refinanciar a las empresas y las familias (el dinero está inmovilizado en el ladrillo que no se vende y en el impagado), pues no sólo estamos ahogados; es que no tenemos agua que beber, mientras el Banco Central presta al 1% a las entidades financieras que luego nos prestan al 4-5-6%...  Y para colmo, aquellos prestamistas a los que acudimos desconfían tanto de nuestra capacidad de pago que nos amenazan con no prestarnos a no ser a muy alto tipo de interés. Con lo cual, el círculo vicioso se hace a medio plazo insostenible. Y para adornar la tragedia, la UE liderada por Merkel y Sarkozy, nos está exigiendo que salgamos solos de estas: tenemos que pagar la deuda, hacer las reformas necesarias para ello (bajar salarios, reducir gastos públicos, adelgazar derechos sociales, trabajar más, etc) y poder así iniciar ciclos de ahorro que permitan afrontar de nuevo las inversiones necesarias. Esto va a suponer muchos años de crecimiento tan bajos como insignificantes a efectos de creación de empleo, un desempleo que ya está legando a niveles insostenibles socialmente hablando.

¿Qué podemos hacer, como país, en España?. A corto plazo, lo que se está haciendo; por desgracia no hay otra salida, pues no tenemos el poder necesario para otra cosa y nos han dejado solos: somos lo que somos y representamos lo que representamos en el mundo. Eso sí, echamos en falta una posición política más beligerante para con nuestros socios de la Unión Europea, reclamando más solidaridad y apoyo político, así como la exigencia de un Banco Central Europeo que también tenga como objetivo la lucha contra el desempleo y empiece ya  emitir bonos europeos y a comprar directamente deuda soberana; y ha faltado liderazgo político exigiendo justicia y solidaridad, dentro de una Europa política, económica, fiscal y laboral; amén de una deficiente política de comunicación por parte del gobierno. Y como no, una reforma fiscal solidaria, progresiva y eficiente que garantice por el lado de los ingresos cierto nivel de estado del bienestar que se ha puesto en evidencia dentro de la estrategia neoliberal que nos atosiga, amén de iniciar ya una lucha frontal contra el elevadísimo fraude fiscal español, así como ser también más beligerantes para con los paraísos fiscales, e iniciar un debate sobre el modelo energético, crear una banca pública que garantice la financiación a pymes que no llega, y una mayor capacidad de comunicación y transparencia para con los ciudadanos.

Tras el acuerdo con los sindicatos respecto a las pensiones quizá sea el momento para que el Gobierno inicie algunas de estas acciones que hemos señalado, acciones que en cualquier caso serán necesarias para recuperar cierto afecto de la base social de la izquierda política, si quiere afrontar las próximas elecciones con alguna decencia, reconociendo que se ha equivocado en muchas cosas pero que se está a tiempo de rectificar. De lo contrario, vendrán envalentonados los que harán lo que tenemos que hacer sin escrúpulos, sin contrapoderes y sin dar muchas explicaciones. 
Sólo así (y sin ZP, claro) se podría recuperar cierta iniciativa e iniciar un nuevo ciclo sin la derecha en el poder. Y no queda mucho tiempo; además, el resultado de las municipales-autonómicas de mayo va a ser fundamental para contrastar el verdadero desencanto de la base social socialista.

Y todo ello mirando al horizonte, donde sigue vigente la necesaria utopía...

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