
Amanece en lluvias: Galicia no sería la misma sin su lluvia, sin su orballo, sin sus humedades y cielos grises. Claro que, al romperse los cielos y clarear, la tierra es tan agradecida que se viste en verdes inigualables, ocres imposibles y azules y espumas sobre rocas voluminosas y soberanas que presiden sus lindes. Es el prodigio de esta tierra, que nos produce sentimientos que desconociamos, como a Pessoa. Y que a veces, cuando llueve sin solución en claros, nos entristece, también, por debajo de las conciencias.
Y dejamos de escribir, para intentar sobrevivir al espectáculo. . .
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