Si existió el paraíso debió serlo por aquí; o al menos, en un lugar tan prodigioso como este. Y cerca, muy cerca, las aguas están destrozando el bienestar de muchos ciudadanos; nieves, tormentas; son tristezas en la piel...
Y Enrique Morente, uno de los más grandes, está luchando por vivir, cuando tantos otros están luchando por morir. Quizá le faltan las fuerzas, aquellas que muchos días también nos faltan a muchos de nosotros para empezar a la vida; a veces tan cruel; las más, tan injusta...
Pero hoy, cuando la mañana amanece vestida de luz, quisiera llevársela a Enrique Morente; con alegrías del mar y bulerías del sol, porque con su falta de fuerzas me impide el consuelo...
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