domingo, 5 de diciembre de 2010

2010

 Amanezco en puente de la Constitución, tardío y oculto en nubes, cuando apenas pasan minutos y pareciera que quieren abrirse en sol; al menos, llegan rayos suficientes para el acusado frío que nos trajo la mañana; rayos, que al rozar la arboleda de pinos sobre la mar, ennoblecen el espectáculo y lo reconfortan...
Pronto acabará este 2010; un año que acabó con la inocencia de muchos, aquella que otros nuncanojamás llegamos a entender por qué no despertaba... Y si en el siglo XX los poderosos usaban armas de fuego y la violencia, en el siglo XXI han sofisticado aquellas armas; ya no son de fuego; ni son violentas en lo físico... Son armas más letales, pues dañan la inocencia, la esperanza y la utopía. Y son igual de dañinas; sólo que el calvario es más prolongado en el tiempo y, por tanto, más doloroso. Dicen que el mundo nunca volverá a ser igual; pero el mundo nunca ha cambiado ni cambiará; lo que cambian son los métodos para el terror y la indecencia...
La mañana llegó en frío, en nubes y en temores; como a través de la historia se repitieron tantas mañanas de diciembres otoñales...


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