sábado, 14 de agosto de 2010

EL REGRESO...

Cuando eran las 15:45 horas entraba por la puerta del apartamento de Calahonda. Como no tenía prisas más allá de gozar del día, decidí que, por mor de la feria de Málaga ya iniciada, lo mejor sería entrar por Utrera-El Coronil-Montellano-Puerto Serrano-Algodonales-Montecorto-Ronda-Marbella (San Pedro)-Marbella-Cabopino...-Calahonda. Deliicoso y asombroso viaje, que no por reiterado deja de conmover. Y al llegar a Ronda, la elevada, la noble Ronda, la verticalmente dueña de los abismos, la asentada y alta Ronda, para entonces los sentimientos se apoderan de ti y te elevan, también, en alturas impensables hacia los abismos; el abismo de sentirte alejado del mundo; el abismo de gustarte separado de todo lo ajeno y de todos los ingratos...
Tras dejar la Ronda barroca y costumbrista -y musulmana-, y al empezar a descender los montes de la Serranía, los cielos se juntaron, en el horizonte con la mar, y el frescor de las lejanas brisas del Mediterráneo me llegaban en forma de portento... Allí, al fondo, el moro. Tan cerca; tan lejano; tan despreciado; tan violentado... Y sonaban entonces estos sones de verdiales de Málaga, más moros que cristianos; más de allí que de aquí, como confirmación de que todo es una gran mentira: si algo es Andalucía es el mestizaje: dejémonos de ensayos a la francesa de Sarkozy y convivamos en la diferencia... Oid estos sonidos de verdiales. Para cualquiera que no sea malagueño serían sonidos del moro... Tan cerca; tan lejos...

http://www.goear.com/listen/12e0e00/verdiales-estilo-comares-panda-de-verdiales

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