jueves, 3 de junio de 2010

DOS DERROTAS, DOS ERRORES

Otra derrota, y otro error; y ya van dos... Una derrota de España y su Gobierno ha sido la imposición de los especuladores financieros de reducir el déficit público en muy corto plazo y a los niveles del llamado Plan de Estabilización, un déficit que precisamente ellos, los especuladores, con sus errores y su avaricia (decía Horacio que "el avaro siempre anda escaso") ayudaron a incrementar. Y la otra derrota es abaratar los costes laborales de las economías más débiles en la perspectiva de incrementar sus plusvalías.
Como ya hemos señalado en alguna ocasión, la primera derrota, la que obliga al Gobierno de España a luchar contra el elevado déficit, no sólo es eso, una derrota de la soberanía popular frente a los especuladores financieros (esa es la realidad y no tiene remedio a corto plazo: nuestro país no tiene la fuerza necesaria para cambiar la correlación de fuerzas actual en el mundo occidental), sino también un enorme error como se ha planteado esa lucha, al no haber repartido la carga del esfuerzo entre todas las capas sociales de la sociedad española, permitiendo que los de siempre se puedan ir de rositas -y eso no es de recibo y es una indecencia que ya hemos analizado-, y por no haber luchado por el lado de los ingresos más activamente y más allá de subir el IVA, como la lucha contra el fraude fiscal, o figuras impositivas contra la especulación financiera, y figuras que graven los enormes bonus y pensiones de directivos del sector financiero.
Pero ya se anuncia otra derrota -y otro error- del Gobierno frente a los poderosos llamados "mercados", traicionando, además, lo dicho por ZP sobre las líneas rojas que no se pasarían... Me refiero a la llamada reforma laboral, que en suma sólo pretende abaratar el despido y el coste laboral, con el argumento de que esta reforma ayudará a crear empleo.
En primer lugar, las empresas pequeñas y medias no crean empleo si no es necesario crearlo; es decir, si no hay crecimiento de la demanda de sus productos que les obligue a producir más unidades de producto y para ello sea necesario contratar a más trabajadores. También es necesario, para estas pymes, que llegue el crédito, la financiación, pues todas las empresas tienen que tener líneas de financiación activas para su actividad productiva. Y somos muchos los economistas que negamos que abaratando el despido y/o los salarios se cree por si sólo empleo.
En segundo lugar, si no hay consumo, si no hay demanda, no habrá producción. Y si no hay producción se crea desempleo. Por tanto, sólo se creará empleo si hay consumo, demanda, que tenga la fuerza necesaria para tirar de la producción lo suficiente como para tener el empresario que contratar a más trabajadores, toda vez agotados los posibles crecimientos de productividad.
En tercer lugar, si el crédito, la financiación, no está llegando a las pymes como se requiere, tampoco habrá capacidad productiva; y por tanto, tampoco se creará empleo.
En definitiva. Si la primera derrota del Gobierno (y el primer error, en tanto los mecanismos implementados para la acción política a que obliga la derrota, la lucha contra el déficit) supone menos consumo (al bajar los salarios públicos y las pensiones, y subir el IVA, bajará el consumo) y el cierre de empresas auxiliares al recortar las inversiones públicas en infraestructuras, lo que conllevará más desempleo y menos consumo añadido, la segunda derrota (y segundo error del Gobierno), la reforma laboral, tendrá aún una mayor incidencia en la caída del consumo y, por tanto, la no creación de empleo por las empresas que no venderán lo suficiente como para incrementar el empleo.
Por tanto, dos derrotas, dos errores, con un enorme coste político, laboral, social y económico para nada. Sinceramente, será imposible alcanzar el dichoso 3% de déficit en tres años, y con las medias que se han tomado tardaremos muchos más años en ver la luz al final del túnel. Es verdad, insisto, que no tenemos margen nada más que para administrar la derrota; pero las derrotas se están administrando muy mal, a golpes de decreto, nerviosos y sin explicarle a los ciudadanos la verdad de la situación.
P.D. La única reforma laboral que sería positiva, dados los vientos que corren, sería flexibilizar los convenios colectivos, prescindiendo del componente sectorial (cada empresa es un mundo) o territorial; que haya convenios colectivos en empresas de más de X trabajadores y para el resto un contrato tipo ad hoc.
Y lo que urge es que el crédito, la financiación, llegue a las pymes. Y para ello proponemos que el ICO abra oficinas propias y lleve directamente el crédito a las empresas.
Málaga. Junio 2010

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