viernes, 30 de octubre de 2009

LOS CAMPOS SANTOS Y LOS CRISANTEMOS

En unos días, los campos santos se vestirán de crisantemos.
Pronto, en unos días, los cementerios se llenarán de flores, y los cipreses que los presiden se rendirán en pleitesía ante tanta hermosura de color, y ante tanto asombro de memoria colectiva...
En unos días, pronto, muy pronto, España paseará su melancolía por los cementerios, aquellos lugares donde habitan los suyos y sus recuerdos; sus antepasados y sus memorias... Muchos los llorarán: -nos dejaste muy solos, dirán... Otros les aplaudirán: -al fin descansaron, dirán...
Siempre me gustaron los cementerios y sus silencios de respeto; respeto a tanto pasado, a tanta lucha, a tanto desencanto y a tanta vitalidad... Allí hay de todo: los que fueron felices y los que sufrieron de la maldición de los poderosos; los que disfrutaron de la vida y los que la sufrieron con toda su crudeza... Como la vida misma: sólo los vivos son los que mueren...
En unos días, pronto, muy pronto, los campos santos de las españas se llenarán de crisantemos, de lágrimas y de alegrías; por los que se fueron y nos dejaron desamparados; y por tener una referencia; de memoria, de recuerdo, de vida...


P.D. Madre, hace ya 9 años que te fuiste; aquel día de octubre regresé de Madrid cansado. Tan cansado que sólo alcancé a decir: al fin descansaste, madre; al fin la vida dejó de dañarte. Desde entonces, madre, muchos días he llegado a envidiarte, por tu actitud ante la vida tan difícil que te tocó en vivir...
¿Por qué te llevaste, madre, todo tu coraje y me dejaste tan desalmado?

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