PROPONGO ESTE DECÁLOGO COMO UNICA PROPUESTA CAPAZ DE VOLVER A ILUSIONAR A LA MAYORÍA DE LA SOCIEDAD EN UN FUTURO COLECTIVO CIERTO Y EN PAZ
El cambio en la ley electoral dará menos protagonismo al territorio y más al ciudadano: no es de recibo que los nacionalismos estén excesivamente representados en el Congreso de los Diputados; para aquellas representaciones territoriales estaría el nuevo Senado.
2. Desarrollo de leyes progresistas que avalen el derecho y la libertad individual a vivir, a tener hijos o no, y a morir dignamente. Aprobación por tanto, de una progresista ley de la eutanasia, del aborto y del derecho a vivir con dignidad (es decir, con derechos fundamentales cubiertos por la sociedad para todos sus ciudadanos: el llamado mínimo vital).
3. Políticas realmente progresistas encaminadas hacia la mujer, con ayudas a las que de cierto las necesitan; incorporación de la mujer al mercado de trabajo en un contexto positivo de igualdad real con el hombre; y de una vez por todas, a igual trabajo, igual salario.
4. Igualdad de oportunidades de verdad y garantizada por ley: la sociedad tiene que garantizar este derecho básico en un estado democrático de derecho, garantías que hoy brillan por su ausencia.
5. Reconversion del modelo autonómico hacia un modelo de ciudades: ayuntamientos más fuertes y con más competencias, en detrimento de las autonomías.
Se tiene que producir un traspaso de competencias y recursos desde las autonomías hacia los ayuntamientos, verdaderos hermanos pobres de la articulación territorial del estado español.
Y ciudades wifi, y ciudades habitables, con reorganización del tráfico a través de la potenciación de los transportes públicos y la bicicleta.
6. Así mismo, es urgente y necesaria una fiscalidad progresiva y solidaria, además de suficiente y eficiente, y en permanente lucha contra el fraude fiscal y la evasión de impuestos a través de paraísos fiscales.
7. Mayor gasto público social (una verdadera ley de dependencia suficientemente financiada, más gasto en educación y formación profesional, más recursos para la sanidad y la investigación), y menos gasto público en subvenciones a empresas inviables y sectores obsoletos e improductivos.
8. Llevar a cabo las reformas suficientes para reestructurar el poder judicial español, un poder judicial inmerso en una profunda crisis de independencia, de profesionalidad y de reciclaje.
Y el que la hace que la pague, sea quien sea y tenga el poder que tenga.
9. Reestructuración del modelo sindical español: por unos sindicatos de servicios, independientes del poder político y económico, y que defiendan el empleo, no sólo a sus afiliados, y que no sean tan reaccionarios como los actuales, que forman parte del establecimiento.
10. Desarrollo legislativo que potencie la articulación social de los ciudadanos y sus defensas ante el abuso de todo poder, político, social o económico, y vertebre la participación ciudadana a través de organismos eficientes en la lucha y defensa de sus intereses y derechos como ciudadanos. Para ello se consolidarán los organismos necesarios que articulen dicha participación ciudadana en la defensa de sus derechos ante los poderosos, llámense poderes civiles (estado), económicos (monopolios y grandes corporaciones comerciales) o sociales (las iglesias y los entramados de organizaciones basadas en el mundo de las ideologías y los fantasmas).
Propongo pues este decálogo como una propuesta de regeneración democrática y de la izquierda en este comienzo del siglo XXI.
Evidentemente, este decálogo es trasladable a todo el mundo occidental; claro que habrá estados que ya tienen muchos avances respecto a este decálogo-objetivo; por ejemplo, los nórdicos nos llevan años luz en fiscalidad suficiente y eficiente y en politicas sociales como las existentes para con los dependientes o la educación, o los transportes públicos...
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